Angeles y diablos en el televisor

18. diciembre 2009 | Por | Categoria: Reflexiones

¿Saben ustedes lo que pasó un día entre los Angeles del Cielo y entre los diablos del Infierno?… Pues, resulta que el cine ya estaba inventado hacía muchos años, y los Angeles del Cielo estaban enfadados contra los demonios del Infierno porque éstos se aprovechaban del cine para hacer mucho mal, ya que el cine —de suyo, como todo invento bueno—, estaba llamado a hacer mucho bien. Y se dijeron los Angeles buenos:– Bien, vamos a aguantar que los demonios se aprovechen del cine, porque parece que ya no hay remedio. Pero, les vamos a jugar una muy buena. Vamos a meter en la cabeza de algún inventor que lleve el cine a una pantalla pequeña y lo meta en los hogares. Y que vaya a todos los hogares del mundo. Para ello, que echen sus ondas a esos satélites que están bien cerca de nuestro cielo, y veremos qué bien que nos va. El que gane los hogares gana la batalla.Todo muy bien discurrido por los Angeles del Cielo. Y se inventó el televisor.

Pero los diablos, malos como ellos solos, y que son tan listos como los de allá arriba, porque son ángeles igual que los otros, tuvieron un conciliábulo, y se dijeron también:
– ¿Qué hacemos? Esta batalla del televisor no la perdemos. Hemos de meternos en los hogares. La falsa información; las medias verdades; la religión desprestigiada; la pornografía descarada o la infiltrada en telenovelas; la violencia y el crimen; la exaltación de nuestros aliados…, todo eso hemos de poner en juego para salirnos con la nuestra. Las antenas parabólicas van a ser unas buenas redes para nuestra pesca. ¡Manos a la obra!…

Y así fue. Desde aquellos consejos que celebraron los Angeles buenos y los ángeles malos, los Angeles buenos guían unos programas estupendos, y los diablos se las pintan para echarlo todo a perder. ¿Y nosotros los televidentes, que somos los dueños de nuestro televisor, qué hacemos nosotros? Pues, igual abrimos la puerta a los Angeles buenos del Cielo que se la dejamos de par en par a los ángeles malos del Infierno…

No podemos negar que hoy la televisión es una fuerza inmensa en la formación o deformación de las masas. Y todos estamos preocupados por el mal que puede traer a nuestros hogares. Así como estamos también muy interesados en que la televisión nos traiga muchos bienes.

Porque, no podemos quejarnos de que la televisión sea buena o mala. Los buenos o los malos somos nosotros, que tenemos los mandos en nuestras manos. Se ha dicho muy bien que los botones de cambio del televisor se llaman “mandos” porque somos nosotros los que les ordenamos y les mandamos que hagan una cosa u otra, que nos den este programa o nos ofrezcan otro muy diferente.

En otras palabras,
– la televisión es buena cuando nosotros abrimos un mando que nos da un buen programa: educativo, sanamente distraído, formador de la mente y del corazón…;
– y la televisión es mala cuando nosotros abrimos otro mando que nos llena de imágenes perturbadoras, nos mete la mentira en la cabeza, falsea nuestra religión, deforma nuestros sentimientos, nos pone en peligro la limpieza del amor, y nos familiariza sin darnos cuenta con el mal, deformando de modo irreversible nuestra conciencia… Y también, no lo olvidemos, cuando se nos lleva tanto tiempo que nos hace descuidar nuestros deberes más elementales.

Estamos en los tiempos de las estadísticas y es curioso constatar los datos que nos dan sobre las horas y días que se pasan muchos ante el televisor.
Quien se pase dos horas nada más ante la pequeña pantalla, sumadas esas horas nos dan catorce horas semanales, casi dos días laborables. Quien sobrepasa las tres horas, completa un día entero. Seguimos sumando y multiplicando, y nos pasmamos de los días y semanas que alcanzan a lo largo del año todos los ratos que nos pasamos ante el televisor. Pero este hecho nos plantea una pregunta inevitable: ¿Y todos los programas vistos han sido provechosos porque han sido formativos?…

El televisor entonces nos pone ante una opción: ¿queremos el bien o queremos el mal? Escojamos. Porque los programas de la televisión —vamos a poner una comparación de la Biblia— son como aquellos árboles del paraíso, cargados con frutos de muchas clases. Unos ofrecen algo bueno de veras para nuestra salud, cargados de vitaminas potentes. Los podemos y los debemos aprovechar. Otros, presentan frutos de extraordinaria apariencia, pero llevan mucho veneno dentro. ¿Haremos la prueba suicida de Eva y Adán?…

¡Televisión!… Invento maravilloso, llamado a hacer tanto bien.
¡Televisión!… Invento maravilloso, que podemos utilizar para causarnos tanto mal.
¡Televisión!… Escuela de virtud, que pone a prueba la voluntad de los generosos.
Los que pensamos en Dios, tenemos que ver mucho con la televisión. Porque esa maravilla de la televisión nos puede oscurecer mucho la imagen de Dios —esto es lo que quieren los ángeles malos—,  igual que nos puede conducir a ver a Dios mucho más claramente, que es lo que quieren y adonde nos llevan los Angeles buenos…

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