Jesucristo, la clave

15. junio 2018 | Por | Categoria: Narraciones Bíblicas

Cuando leemos el Apocalipsis, ese libro tan misterioso y tan bello con el que acaba la Biblia, nos vienen ganas de no discurrir por nuestra cuenta, sino de preguntarle directamente a Juan, que lo escribió, y pedirle que sea él mismo quien nos diga lo que quiso decir. Hoy le vamos a preguntar por ese pasaje del capítulo quinto, que tanto se cita y se reza.

– Ante todo, Juan, ¿qué es lo que viste?
– Vi a Dios en su trono. Y tenía un libro en forma de rollo, pero de tal manera cerrado con siete sellos, que era imposible querer abrirlo para leer. Yo quería saber lo que contenía, pero no pude lograrlo en manera alguna.
– ¿Y eso te hizo llorar?
– Sí, por un ángel que preguntaba a grandes voces, desafiando a todos: -A ver, ¿quién es capaz de soltar los siete sellos del libro, para poder leerlo y saber lo que contiene?… Nadie era capaz. Y esto es lo que me hizo romper en llanto.
– Pero, siempre se encuentra alguno con buen corazón que se compadece, ¿no es verdad?
– Sí; uno de los asistentes más cercanos al trono, me dijo cariñoso: -¡No tengas miedo! Jesús, el león surgido de la tribu de Judá, es más fuerte que nadie, y El lo hará. Espera un poco…
– No te haría esperar mucho, supongo.
– No; allí estaba efectivamente Jesús, el Cordero inmolado, con el Espíritu de Dios a su disposición.
– ¿Y qué hizo Jesús?
– Pues, eso precisamente. Aunque fue inmolado en la cruz, ahora, resucitado, estaba allí cubierto de gloria en su trono. Se levantó, y derramó su Espíritu sobre los creyentes. El libro iba a dejar de tener secretos.
– ¿Por qué?
– Porque los creyentes, con la fe y con los dones de entendimiento y sabiduría, no tendrían ningún secreto de Dios que no conocieran y gustaran. De ahí el canto jubiloso que se entonó en el cielo, cuando Jesucristo descifró aquel enigma que el mundo no entiende. Todo se resumía en estas palabras, cantadas por gentes de toda tribu, lengua, pueblo y nación: -Sólo Tú, Jesús, muerto y resucitado, eres digno de abrir el libro y de darlo a conocer a los tuyos.
– Bien. Pero, ahora dinos qué significan todos estos simbolismos. Vamos punto por punto. ¿Qué significa el libro sellado?
– Es el plan de Dios sobre el mundo. La historia de los hombres no la entiende nadie. Discurren y discurren, y no atinan con la clave. Es como una de esas vuestras cajas fuertes. Resulta inútil querer abrirla sin el código de los números. ¿Y sabes cuál es esa clave? ¡Sólo JESUCRISTO! Quien conoce a Jesucristo, entiende todos los planes de Dios: desde la caída de Adán en el paraíso hasta el fin del mundo.
– ¿Y cómo es así?
– ¿No lo entiendes? Discurre un poco.
El hombre pecó, ¿y qué solución tenía?…
El hombre sufre muchos males, consecuencia de aquel pecado primero, ¿y qué consuelo encuentra?…
El hombre sigue pecando, ¿y cómo se libra de la tortura de su conciencia?…
El hombre muere, ¿y cómo se explica este fracaso, qué lenitivo encuentra, y qué le espera más allá?…
El mundo busca paz, tranquilidad, felicidad, ¿y cómo se le da solución a tanta guerra, tanta injusticia, tanto dolor?…
Quien no tiene fe, no sabe dar respuesta a ninguna de estas preguntas.
– ¿Y los que tenemos fe?
– Los que tenéis fe en Jesucristo, en su muerte y en su resurrección, en su vuelta al final de los tiempos, en el peso de la justicia que caerá sobre los malos, y en el premio eterno que os guarda…, ¿qué secreto tenéis sobre el mundo y sobre la vida? Ninguno. Han sido rotos los siete sellos del libro misterioso. Repito esa otra comparación más vuestra: habéis abierto la caja fuerte de los secretos de Dios, y los entendéis todos con claridad total.

Terminamos la entrevista con Juan. Ha corrido un poco nuestra imaginación. Pero, hemos entendido muy bien que con Jesucristo —conocido, amado, y vivido—, estamos llenos de la ciencia de Dios. Somos doctores por la Universidad de Cielo. ¿Quién conoce el mundo mejor que un cristiano?…
Aquella visión del cielo la tuvo Juan durante la persecución de la Iglesia. ¿Había alguna esperanza de salvación? ¿Cesarían de funcionar las espadas del Imperio, que cortaban a placer cabezas de cristianos?…

La Iglesia aprendió a mirar a Jesucristo, primero clavado en la cruz y después resucitado. La pasión, la cruz y el sepulcro misterioso duraron para Jesús tres días solamente, mientras que la resurrección lo ha sellado con la gloria eterna de Dios y esa gloria ya no acabará jamás.
Esto es la historia de la Iglesia: una pasión y una muerte temporal y después un triunfo definitivo.

Esto es la vida del cristiano: un padecer algo con Cristo, y después una felicidad sin fin.
Por eso reímos y cantamos. El dolor nos hace muchas veces inclinar la cabeza hacia el suelo, pero pronto se levanta nuestra mirada a las alturas, y allí encontramos a un Jesús que nos sonríe, nos anima, y nos llama: ¡No temas, aguanta un poquito, y sube, sube, que aquí te estoy esperando!…

 

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