María, bella de verdad…
2. marzo 2020 | Por Padre Pedro Garcia | Categoria: MariaAl querer hablar hoy de María ⎯qué poco que nos cansa el hablar y el oír cosas de María, ¿verdad?⎯ empiezo con unos versos graciosos de nuestro gran poeta Lope de Vega, cuando quiere describir el físico de María: ¿cómo era la Virgen? Y nos dice de aquellos ojos y labios “tan hermosos que hablaba el cielo en ellos”, y acaba así:
Esta es María sin llegar al centro:
que el alma sólo puede retratarla
pintor que tuvo nueve meses dentro.
Antes de seguir. Mamás que me escuchan: si su hijo o hija fueran pintores, ¿qué tal las dejarían a ustedes en el lienzo? ¿Habría pincel, o fotógrafo y máquina que superasen a ese cuadro?…
Pues éste fue el caso de Jesús con su Madre. Jesús, que la conocía bien, nos dejó, inspiradas por su Espíritu, unas palabras en el Evangelio de Mateo, concisas a más no poder, que hacen vislumbrar grandezas sin cuento. Porque nos dice: María, de la cual nació Jesús (Mateo 1, 16)
Sólo Dios es capaz de trazar el bosquejo de la figura excepcional y única de María. Y lo maravilloso es que en estas escuetas palabras del Evangelio, quedan retratados tanto María como su hijo Jesús de una manera magistral.
María, porque no se puede concebir mujer más grande.
Jesús, porque ha quedado retratada su humanidad como la del mayor hombre que ha podido existir.
Invertimos el orden, y empezamos por Jesús.
Jesús es Dios, pero María no es una diosa. Es una simple mujer. Y lo que María puede dar de sí como madre es solamente una naturaleza humana, concebir un hombre, no la divinidad de un Dios.
Y aquí tenemos la clave para ver quién era y qué era Jesús.
Un hombre perfecto, además de ser Hijo de Dios.
Un hombre verdadero, no una apariencia nada más de hombre.
Una realidad de Dios en el mundo: no una aparición de Dios, como a Abraham en la tienda, como en el Sinaí a Moisés, como a Elías en la cueva…
Dios va a hablar al hombre haciéndose hombre el que es Dios.
Ha entrado Dios en nuestra tierra y en nuestra historia como uno de nosotros, precisamente porque ha nacido de María.
Y como hijo de mujer, nos dice el Concilio “ha trabajado con manos de hombre, ha pensado con mente de hombre, ha actuado con voluntad de hombre, ha amado con corazón de hombre” . En una palabra, Jesús es un hombre total, completo, perfecto (Gaudium et spes, 22).
Por eso, Jesús se ve sujeto al hambre, a la sed, a la fatiga, al dolor, a la alegría. Prodigarán sus labios una sonrisa y sus ojos llorarán lágrimas amargas. Le dolerá una traición y disfrutará de una amistad bella.
Jesús, el hombre perfecto, porque es hijo de María.
Y porque es hijo de María, Dios estará siempre con nosotros como uno de nosotros también.
Muy bien esto. Pero, preguntamos ahora: Y el Jesús del Evangelio, ¿nos ha retratado a María su Madre? Me voy a agarrar a las palabras de esta canción tan hermosa, que le dice a la Virgen:
Dios tuvo un día carne de tu carne
y por sus venas tu sangre circuló.
Había en su mirada algo de tus ojos
y con tu amor también amó su corazón.
Algo de ti en Dios había,
tu mirada Él heredó,
heredó tu sonrisa, tu mirada y tus gestos.
De tu piel tuvo el mismo color (Glück-Olivar)
Ese Jesús del Evangelio que nos pasma por su belleza tanto física como sicológica y moral, le debe toda su belleza humana a su Madre. Si los hijos salimos a la madre, Jesús salió a su Madre más que ningún otro hijo a la suya. Porque concebido virginalmente, sin concurso de varón, toda la herencia de Jesús se la debe a la Madre, a María.
María entonces, por ley biológica de la naturaleza, tuvo que ser una mujer excepcional, cuando fue capaz de concebir y darnos un Jesús como el que admiramos en los Evangelios.
Si miramos a Jesús, adivinamos, vemos y constatamos la belleza sin igual de María. Todo, por unas palabras tan sencillas del Evangelio: “De María nació Jesús”. María hizo como hombre a Jesús. Y Jesús nos dice cómo era su Madre: con sus cualidades físicas extraordinarias ⎯de tal Madre tal Hijo⎯; con sus cualidades sicológicas tan equilibradas; con sus cualidades morales tan sin tacha.
¿Y mirada María, no ya como Madre del Hombre Jesús, sino como Madre de Jesús Dios?… Aquí sí que nuestra imaginación se pierde. Como Madre de un Hombre-Dios, María alcanza las alturas más encumbradas a que Dios ha podido exaltar a la mujer, como lo canta Santo Tomás de Villanueva:
-Suelta las riendas al pensamiento; ensancha los límites de la inteligencia; atrévete a imaginar cuanto puedes; añade otro tanto si te es posible: mayor es esta Virgen, más excelente y superior es esta Madre.
En resumidas cuentas, para alegría inmensa nuestra: Que Dios se escogió para Sí y nos dio a nosotros una Madre bonita de verdad…