María, la Reina
30. marzo 2020 | Por Padre Pedro Garcia | Categoria: MariaAl querer hablar hoy de la Virgen María como Reina, empiezo recordando la aventura de un norteamericano, que quiso dar a conocer a todos esa verdad sobre la Virgen de un modo muy a lo yanqui…
Bob O’Bill, un electricista de 52 años, con la esposa desahuciada de cáncer, eleva a Dios esta súplica angustiada: Señor, no me la quites a mí y a los niños, te lo suplico, Dios mío. Devuélvele la salud. Si lo haces, yo te prometo levantar una estatua de María en las Montañas Rocosas. Te lo juro. Así, sobre un trono altísimo, María mostraría a todos que Ella es la Reina del mundo. Dios le hizo caso al electricista, y el milagro se realizó. Pero ahora iban a venir los cuentos: ¿quién hace y cómo se hace el soñado monumento?…
Porque se empezaron a hacer cálculos. El lugar escogido, a dos mil seiscientos metros de altura. Para que la estatua sea visible, veintiocho metros de alta, con un total de cincuenta toneladas de acero. Ello requiere un basamento de mil doscientos sacos de cemento. ¿Y quién transporta todo ese material arriba? Para hacer el camino, entre el bosque y sobre el granito, trabajarán a veces hasta quinientos voluntarios: ¡la Virgen arrastra muchos corazones!…
El artista fundidor se da a ratos por vencido, y le dice a la Virgen: Si quieres que yo te haga, enséñame tú cómo hacerte. Y hechas al fin las piezas, ¿quién es capaz de subirlas hasta la cima? Solo pueden los helicópteros especiales del Ejército, y el Presidente Reagan les dice a los altos jefes que sí, que se los dejen… Pero, y el dinero, ¿de dónde lo va a sacar el pobre electricista?…
Se legaliza una Fundación, y, a pesar de que algunos días no quedan en la cuenta sino quince dólares, lo cierto es que se cubrieron todos los gastos.
Y allí, desde las alturas, la Virgen está proclamando, sin decir una palabra, que Ella es la Reina del cielo y de la tierra, de los ángeles y de los hombres.
Cuando damos a María el título de Reina, comenzamos por decir que esto no es ningún símbolo, ninguna comparación, sino una realidad.
Porque a la rosa la llamamos la reina de las flores; al águila, reina de las aves; al Sol, el rey de los astros, y al oro el metal rey, y, sin embargo, estos seres no son ningunos monarcas.
¿Es María una Reina así, sólo simbólicamente, porque la vemos como la más excelsa de las criaturas? No; María no es Reina sólo metafóricamente, sino Reina en sentido estricto.
De María decimos igual que de Jesucristo, el cual es Rey en todo el sagrado sentido de la Palabra, y lo proclamamos Rey por razones que son muy claras:
porque es Dios Creador, y todo le pertenece a Él;
porque es el Redentor, y todo lo conquistó con su sangre;
porque ha sido constituido SEÑOR en el Cielo, y nada se escapa de su dominio. Jesucristo es el Rey inmortal de los siglos.
Nos preguntamos ahora: María, ¿es Reina igual que Jesucristo? No; María no puede tener los mismos títulos que Jesucristo.
Pero Jesucristo la ha unido a su reinado universal. Así como la asoció a sus dolores en la redención de los hombres, así la ha asociado ahora a su triunfo.
María es Reina por Jesucristo, que la ha constituido Soberana de Cielo y Tierra.
María es Reina con Jesucristo, asociada a su reinado universal, y sin Jesucristo, María no es Reina.
María es Reina como Jesucristo, y, al igual que Él, reina sólo por el amor. Jesús, rey de amor; María, Reina y Madre de Misericordia, como la proclamamos en la Salve.
¿Y son legítimos los títulos en que basamos nuestra convicción de que María es Reina? Sí; ciertamente. Los títulos de María a su reinado sobre los Angeles y los hombres gozan de una solidez incuestionable.
– María es Reina por su Maternidad divina. Si es la Madre de Dios, ¿pudo el Creador dejar alguna criatura no sometida al dominio de su Madre?
– María es Reina por ser la Asociada al Redentor. Si Jesús asoció a su Madre al sacrificio redentor del Calvario, ¿podía Jesús sustraer los redimidos al dominio de amor de María?
– María es Reina por ser la Dispensadora de la Gracia. Si Dios ha puesto en las manos de María las gracias que nos mereció Jesús, y dependemos tanto de Ella en el orden de la Gracia, ¿nos imaginamos la extensión de su poder?
– María es Reina por su exaltación en la Gloria sobre todos los Angeles y Santos. Si María está más encumbrada que todos ellos, ¿no es María la Reina del universo? Aunque los Angeles, por su naturaleza, son superiores a cualquier hombre, por su Maternidad divina los supera María a todos ellos juntos, y todos ellos se sienten orgullosos al verla, reconocerla y servirla como a Soberana suya.
Nosotros nos sentimos orgullosos de María. ¡Nuestra Madre es Reina, nada menos que Reina!
Reina de los Patriarcas, porque, siendo la Madre de Jesús, estuvo unida a Él por parentesco más que todos sus antecesores.
Reina de los Apóstoles, porque fue la primera en evangelizar a Jesús, y los mismos Apóstoles en el Cenáculo se unieron en torno a la Madre del Señor Jesús.
Reina de los Mártires, porque sufrió por Jesús al pie de la Cruz más que todos ellos.
Reina de las Vírgenes, porque no ha habido mujer más virgen que María por amor a Cristo, y con una virginidad unida a la maternidad más sublime.
El electricista aquel exclamó emocionado al ver concluida su obra sobre las Montañas Rocosas: ¡Me siento feliz! Hasta mucho después de mi muerte, esta estatua de la Virgen ofrecerá a las gentes alegría y esperanza.
¿Cómo no vamos a vivir felices y esperanzados, si María es nuestra Reina? Pues si nuestra Reina está en el Cielo, ya sabemos dónde nos va a tener Ella para siempre…