La Primera Elegida

18. mayo 2020 | Por | Categoria: Maria

La joven Doctora de la Iglesia, Teresa del Niño Jesús, se hace una pregunta respecto de la Virgen, muy sencilla al parecer, pero muy profunda: ¿Quién hubiera podido inventar a la Virgen María?…
¿Hay alguno de nosotros que supiera responder?… Habríamos de preguntar, ante todo, a ver si hay algún guapo que supiera inventarse a Jesucristo…
No; ni Jesucristo ni su Madre han podido ser ideados por otra mente que la de Dios. Pero una vez Dios ideó a Jesucristo como el Hijo suyo hecho Hombre, entonces surgió en la mente de Dios la figura singular de María:
-verdadera Madre de Jesucristo;
-por lo mismo, verdadera Madre de Dios, porque Jesucristo es Dios;
-como consecuencia, Madre digna del mismo Dios;
-lo cual implica ser limpia del todo, Inmaculada, sin mancha alguna, toda radiante de hermosura;
-como también el que sea Virgen, porque será la única en compartir la paternidad de Dios;
-y además, entraña el ser Madre espiritual de todos los hombres, porque es Madre del Cristo total.

Podríamos ir enlazando todos los títulos y grandezas de María, y atribuir ese prodigio de Mujer sólo a la mente de Dios, porque sólo a Dios se le pudo ocurrir crear una maravilla semejante.
Esto nos lleva a considerar a María como la Primogénita de Dios, porque fue elegida a la vez y con el mismo decreto con el que Dios determinaba la encarnación de su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.

Un himno precioso, grandioso, de la primitiva Iglesia, conservado en la carta de Pablo a los de Colosas, dice de Jesucristo que “es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura. Todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y así es el primero en todo” (Colosenses 1,1)
Mirando otro himno de la Iglesia primitiva, conservado en la carta de Pablo a los de Éfeso (1,3-4), nos encontramos con la misma idea: la elección nuestra está unida a la elección eterna de Jesucristo: “¡Bendito sea Dios…, que nos eligió en la persona de Cristo antes de la creación del mundo para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor!”

¡Hay que ver con qué humilde orgullo que repetimos este himno! Vemos a Dios soñando en nosotros desde toda la eternidad…, como la madre durante los nueve meses, hasta que nos ve en sus manos y nos estrecha entre sus brazos colmándonos de caricias y de besos…

Si encerramos en un solo decreto de Dios a Jesucristo, a María y a nosotros —aunque con la jerarquía debida, por supuesto—, ¿qué decimos concretamente de la Virgen María, sobre la cual centramos nuestra reflexión de hoy?
María es la Primogénita, la primera Elegida, la primera idea en la mente de Dios, que la escogió entre todas las mujeres para ser la Madre de Jesús.
Si Dios quería a su Hijo hecho Hombre, hombre verdadero, con la misma naturaleza de Adán a quien venía a redimir, había de nacer de mujer, y esa Mujer estuvo desde el principio unida a Jesucristo el Redentor, sin que se pueda separar ni romper la relación forzosa que los une a los dos como madre e hijo.

Eligió Dios a María para compartir con Ella su divina paternidad. Jesucristo no podía tener más que un Padre, Dios; y por eso mismo determinó Dios que María fuese Virgen perpetua.
Dios elegía a María para que Jesucristo la llamara ¡Madre! ¡Madre mía!, de la misma manera como llama a Dios ¡Padre! ¡Padre mío!…
La paternidad de Dios no se comparte sino con la maternidad de María. Y la maternidad de María no se comparte sino con la paternidad de Dios.

Al ver así a María en la mente de Dios, pensamos sin más en María como la Mujer por excelencia, como el prototipo de la mujer. Dios no ha podido elevar a más altura a la mujer, y en María se miran todas nuestras queridas mujeres y en Ella se ven enaltecidas, dignificadas, promovidas, glorificadas.

Aquella mujer rusa, descreída, impía, comunista, convertida después en fervorosa católica, funda un movimiento feminista al que da el nombre de “María”. Y le preguntan: -Tatiana, ¿pero cómo se te ocurre hacer esto? ¿Te das cuenta de la suerte  que te espera? ¿Crees que te va a soportar el comunismo ateo de la URSS?…
Y ella, impertérrita: -Sí; y al movimiento lo llamo “María”, porque para nosotras, las mujeres, María es la imagen más alta de la feminidad, que se eleva en ella a una altura inaccesible de profundidad y de pureza. Y a ejemplo de María, hecho de infinita humildad y obediencia, queremos conformar nuestras vidas y actividades.
Tatiana fe expulsada de la URSS.  Después, caído el comunismo, ha visto cómo “la santa Rusia” va volviendo a la fe cristiana bajo la mirada de María, a la que siempre ha querido tanto el pueblo ruso… Esta escritora, al convertirse, adivinó muy bien que la elección de María no es sólo una predilección de Dios con la Virgen, sino que es también gloria nuestra y seguridad grande para nosotros.

Elegida y destinada para Madre del Redentor y Madre de los redimidos, María es en su gloria muy consciente de cuál sea su misión. Con gran sentido de responsabilidad —digámoslo así, cariñosamente—, María sabe que ha de responder a Dios, el cual le dijo: Cuídate bien de esos hijos míos, a veces un poco rebeldes, que Jesús te confió. Gánatelos con tus encantos de mujer y tu ternura de Madre, y mira que ninguno se pierda, porque también a ellos los destiné para la gloria…

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