Con vosotros estoy

15. abril 2021 | Por | Categoria: Iglesia

¿Queremos saber por qué la Iglesia no olvida nunca a Jesucristo? Pues, porque Jesucristo vive en la Iglesia. La Iglesia tiene una vida, que es Jesucristo en persona. La Iglesia dice como Pablo y como cada bautizado: “Vivo yo, pero es que no soy yo quien vivo, sino que Cristo es quien vive en mí” (Gálatas 2,20). Este es el secreto, y no hay otro, por el cual Jesucristo no se va nunca de nuestra memoria.
¿Cuánto dura el recuerdo de una persona después que ha muerto?… El tiempo se encarga de borrar su memoria con una rapidez asombrosa. Incluso los personajes más populares y los que más han influido en la Historia no están, al cabo de muy poco, sino en los libros que pocos se molestan en leer.
Este es el hecho… ¿Iba a ocurrir lo mismo con Jesucristo? Con Jesucristo ha pasado todo lo contrario. Cuanto más corre el tiempo, más vivo está su recuerdo, más gentes le conocen, más amadores tiene…

     ¿Nos permitimos poner una comparación? El acontecimiento central del siglo veinte que acaba de finalizar, fue sin duda alguna la Segunda Guerra Mundial. Muchos personajes intervinieron en ella, muy gloriosos unos, muy siniestros otros. La guerra se inclinó de parte de los aliados, y el héroe indiscutible que venció al nazismo alemán fue Churchill, el Primer Ministro de Inglaterra; el mundo le es un gran deudor.
     Pues, bien: ¿cuántos de ustedes, queridos radioyentes, al oír su nombre sin más, hubieran sabido decir quién fue ese personaje? Más todavía: a muchos les habrá resultado tan nuevo, que, si no lo repito ahora, no sabrían repetirlo ellos. Y ya ven, Churchill, como hombre de Estado y estratega, ha sido el hombre más importante de nuestros días.
¿Por qué con Jesucristo ocurre todo lo contrario? ¿Qué tiene de especial Jesucristo para que no se le olvide nunca y cada día se le recuerde más?… Jesucristo mismo se encargó de hacer bien las cosas.

Antes de dejarnos visiblemente, dejó prometido: Con vosotros me quedo hasta el fin del mundo.
Lo dijo quien antes había dejado el mejor recuerdo con su misma persona: Tomad, que esto es mi cuerpo. Hacedlo como memorial mío.
Nos había dicho también: Os enviaré mi Espíritu. Y al cumplir su palabra una vez resucitado: Recibid el Espíritu Santo, por ese su Espíritu está Jesucristo siempre viviente en nosotros.
     De esta manera, Jesucristo está siempre en su Iglesia, siempre es recordado, siempre es amado, siempre tiene millones de seguidores, y sigue siempre por su Iglesia salvando al mundo.

La Iglesia vive gozosa la presencia de Jesucristo, que sigue enseñando, santificando y dirigiendo por sus Pastores. “Con vosotros estoy”, les dijo a los Apóstoles y a quienes les seguirían en el pastoreo de la grey. Por eso, “quien a vosotros escucha, me escucha a mí”. Nuestros Pastores, sucesores de los Apóstoles, unidos en Pedro, el Vicario plenipotenciario de Jesucristo, son presencia de Cristo en la Iglesia.
    Un pastor protestante que fue después sacerdote católico, nos da su testimonio. Le reprochaban:
– ¿Pero, cómo se te ocurre hacerte católico? ¿No te das cuenta de que la Iglesia Católica se antepone a Jesucristo? Primero ella, Jesucristo después.
Esto era lo que le decían para disuadirle antes de que diera el paso definitivo. Pero después dirá él:
– Fue todo lo contrario. La Iglesia me unió con Cristo tan estrechamente como sólo ella puede hacerlo. Porque Cristo es la sustancia de la Iglesia, la cual vive por Él y para Él, con el único anhelo de poner a todos los hombres en contacto vivo con Jesucristo (Owen Francis Dudley)
Los Apóstoles recogieron del Señor el encargo preciso de repetir el gesto de Jesús en la Ultima Cena: celebrar la Eucaristía. Hacer a Jesucristo presente convirtiendo el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre.
No se trata del recuerdo que puede suscitar un cuadro, por ejemplo. Uno de nuestros escritores clásicos nos lo dice con una comparación muy bella. El esposo, militar, había de ir a un país lejano. La esposa está inconsolable, a pesar de los vestidos y joyas que le deja como recuerdo mientras se prolongue la ausencia. -Pero, ¿qué mas quieres, si te dejo todo lo que puedo? ¿qué más recuerdos quieres? Y ella: -¡Quiero que te quedes tú!… El militar no pudo más. Pero Jesucristo, sí.  (Fray. Diego de Estella)
Jesucristo, pudo decir a su Iglesia: Me voy…, ¡pero me quedo contigo! ¿Cómo va a poder la Iglesia olvidar a Jesucristo, si es Jesucristo en persona quien se le da como recuerdo perenne?…

Finalmente, el Espíritu Santo hará presente a Jesucristo en su Iglesia. El Espíritu llevará a término feliz la obra de la Redención realizada por Jesucristo. Y será el Espíritu Santo quien traerá a la memoria de la Iglesia sin cesar el recuerdo de su Esposo, y por el cual le hará suspirar de continuo: “¡Ven, Señor Jesús!”
     No, el recuerdo de Jesús no pasa ni pasará nunca en la Iglesia, porque la Iglesia misma no es otra cosa, por el Espíritu Santo, que Jesucristo viviente en cada uno de los bautizados, los hijos de la Iglesia (Apocalipsis 22, 17 y 20)

Cuando la Iglesia realiza su misión no hace otra cosa que continuar la acción de Jesucristo en el mundo, realizarla en su nombre y anunciar el Nombre de Jesucristo a todas las gentes.
La Iglesia enseña lo que le enseñó Jesucristo y lo que dejó en depósito a los apóstoles y a los que hoy son sus legítimos sucesores. Al enseñar, es imposible que la Iglesia olvide a Jesucristo.
La Iglesia hace presente a Jesucristo en el Altar. ¿Cómo la Iglesia va a olvidar a Jesucristo, mientras la Iglesia celebre la Eucaristía?
La Iglesia, vive del Espíritu Santo. Y el Espíritu Santo nunca dejará de susurrar a la Iglesia el Nombre del Señor Jesús.
El nombre, el recuerdo de los hombres más ilustres pasa. El de Jesús no pasará jamás…

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