El Cristianismo en el mundo
9. diciembre 2021 | Por Padre Pedro Garcia | Categoria: Iglesia¿Tiene la Iglesia algún papel que jugar en el mundo moderno? Si el estado del mundo nos preocupa, ¿podemos decirle a la Iglesia que le tienda la mano? ¿Puede hacer hoy el Cristianismo lo que hizo en tiempos pasados?… Jesucristo proclamó al principio de la Iglesia aquello del Apocalipsis: ¡Mirad que hago nuevas todas las cosas!…
Al mirar el mundo antiguo, ¿podemos decir que va a repetirse la misma aventura en el mundo actual?… ¿Cuál fue la obra salvadora del Cristianismo en sus principios?…
Ante todo, logró la eliminación de la esclavitud. Quizá no nos damos cuenta de lo que esto significa. Se ha calculado que el Imperio tenía ciento cincuenta millones de esclavos al servicio de unos diez millones de personas libres. El esclavo no era una persona, sino una cosa útil para servicio del hombre libre.
Lo expresó un escritor de entonces, diciendo que el arado labra, el buey muge y el esclavo habla. Otro escritor romano nos ha transmitido un diálogo estremecedor, que nos revela cómo al esclavo se le utilizaba sólo mientras servía, y el último servicio que prestaba era divertir al amo cruel, que ordenaba ante sus invitados:
– Échale encima la cruz al esclavo.
– Pero, ¿qué crimen ha cometido?
– Ninguno. Ya lo sé. Sin embargo, así lo quiero. Si no hay razón, basta mi querer.
¿Y qué hace la Iglesia, ante el problema social más grave que ha existido? Desata la mayor revolución sin armas ni violencia. Predica sólo el amor, y consigue la victoria. Siembra solamente la palabra poderosa del Señor:
– Todos sois hermanos… En Cristo Jesús no hay esclavo ni libre.
Aquella esclavitud desapareció del Imperio…
Si hoy se le hiciese caso a la Iglesia, desaparecerían todas las formas de esclavitud que nos atenazan.
Después, la Iglesia regeneró la familia. La institución más importante de Dios estaba a la deriva en todos los órdenes. Por el Evangelio sabemos que los fariseos reclamaban a Jesús el “poder despedir a la mujer por cualquier causa”… Como vemos por la Biblia y sabemos por la Historia, eran famosos en los pueblos orientales los harenes de los grandes y de los que tenían dinero: tantas mujeres cuantas podían mantener. Aún hoy existen esos harenes en los países musulmanes, pues, según el Corán, se pueden tener cuatro mujeres legítimas, y después vienen las concubinas que sean…
No faltaron entre los filósofos griegos quienes negaban a la mujer el alma racional. Esto no impedía que la mujer no fuera libre para la inmoralidad, pues en Roma se corría como un chiste que las matronas contaban sus años por los maridos que habían tenido…
¿Y el niño? Se eliminaba sin más al contrahecho y se mataba a la niña al nacer cuando no interesaba…
Son realidades duras que sabemos por la Historia. Llega el Cristianismo, proclama la unidad e indisolubilidad del matrimonio, y hace resonar el grito de Jesús: ¡Dejad que los niños vengan a mí! La familia empezó a regenerarse conforme al ideal de Dios…
Hoy nos espanta lo que vemos en los hogares. Pero, confiemos. Si el Evangelio tuvo entonces fuerza, ¿por qué no la va a tener hoy para salvar a la familia de los males que la asedian?…
No llama tanto la atención, pero tiene mucha importancia, el sentido moral que el Cristianismo metió en el mundo. El vicio existió y existirá siempre, y la sociedad sabrá arreglarse para darle al vicio aire de elegancia. Pero perdura siempre el pudor, la vergüenza santa, que el Cristianismo metió en el mundo.
El vicio será siempre vicio, pero no se presentará tan descarado.
Hay que resaltar también, como obra de la Iglesia, el sentido de humanidad que, lo quieran o no lo quieran algunos, se le debe al Cristianismo. Y no hablamos precisamente de la caridad cristiana, sino de los sentimientos más elementales, como la moderación en las guerras o las ayudas internacionales, la asistencia a los enfermos en hospitales y la humanización de las prisiones, todo ello nacido en los pueblos donde ha vivido vigorosa la Iglesia de Cristo…
El Derecho de Gentes, antecesor de los Derechos Humanos, nació de la Iglesia, no del paganismo ni de la Revolución. Falta todavía mucho por conseguir. Ya lo sabemos. Pero la levadura del Evangelio irá transformando siempre la masa. No se nota para nada su acción, pero su acción resulta irresistible.
Y para nosotros es una inyección de optimismo.
Aunque parezca que no hacemos nada, si vivimos nuestra fe con una gran convicción y sabemos dar testimonio de ella, el mundo, por resistencias que ponga, al fin se rinde a la verdad del Evangelio y acepta el querer de Dios.
El mundo será cada vez más humano si sabe asumir los principios enseñados por Jesucristo.
Este es el Jesucristo que ahora, por su Iglesia, se ofrece al mundo.
Los cristianos tenemos una gran misión que cumplir.
Nosotros somos los encargados de mostrarlo con la doctrina y la autenticidad de la vida. En aparente contradicción, el mundo no quiere a la Iglesia, pero el mundo es su gran admirador. No hay nadie con tanta autoridad moral en el mundo como el Papa, Jefe de ese minúsculo Estado que es el Vaticano. ¿Por qué? ¿Porque no hace nada la Iglesia, o porque todos ven en la Iglesia la mejor tabla de salvación?…