Jóvenes, ¿qué hacemos?

31. enero 2023 | Por | Categoria: Familia

La juventud es hoy de mucha actualidad. Tanto que se mire con unos ojos como que se mire con otros.
Para algunos, está perdida, no hay nada que hacer, se nos escapa de las manos…
Para otros —y para nosotros más que nadie—, la juventud es nuestra esperanza. Porque en medio de tanto problema, en muchos jóvenes hay ideal y hay muchas energías.
Y lo que hace falta es no ponernos a llorar como derrotados, sino estimular a los jóvenes a que respondan a tantas ilusiones como se ponen el ellos y a utilizar todas sus energías en bien de sus propias personas, de la familia, de la sociedad, del Reino de Dios.

El Papa Juan Pablo II, durante aquel su viaje histórico y tan largo a su Polonia natal en Junio de 1999, les dirigía a los jóvenes esta alocución, como un testamento salido del alma:

La juventud va siempre en busca de modelos y de ejemplos. Y aquí os viene el mismo Cristo, que dedicó toda su vida al bien de los demás.
Volved a Él vuestra mirada. Que Cristo esté presente en vuestros pensamientos, en medio de vuestros juegos y en vuestras conversaciones. Tratad de vivir en amistad personal con Él. Porque el Señor Jesús os quiere ayudar. Quiere ser vuestro sostén y fortaleceros en las luchas juveniles para que alcancéis esas virtudes como la fe, el amor, la honestidad, la pureza y la generosidad.
Cuando tengáis que afrontar una situación difícil, cuando experimentéis un fracaso o una desilusión, que vuestro pensamiento corra hasta Cristo, el cual os ama, es para vosotros un fiel compañero de viaje, y os ayuda a superar cualquier dificultad. Vais así en compañía de uno que nos os desilusionará.
Cristo comprende los deseos más secretos de vuestro corazón, y espera de vosotros vuestro amor y vuestro testimonio.

Ya se ve adónde iba un Papa tan formidable con estas palabras enardecedoras. No tenemos derecho a dudar de nuestros jóvenes cuando los llena el amor a Jesucristo. Y si es verdad que la juventud padece una crisis que preocupa tanto, también es verdad que muchos jóvenes ponen todas sus ilusiones en la Persona de Jesucristo, a quien miran como el líder indiscutible de sus vidas.

La sociedad y la Iglesia tienen puestas sus esperanzas en estos jóvenes. Es muy posible que sean minoría, pero una minoría de mucho valer es capaz de compensar el mal que puede hacer y hace una gran multitud de inútiles. El bien siempre ha vencido al mal. Y más, cuando el bien procede de Jesucristo, el cual mandó su Espíritu Santo a la tierra precisamente para renovarla, para establecer en ella la nueva creación.

Ya que hemos citado al Papa Juan Pablo II en aquel su viaje a Polonia, podemos recordar a los jóvenes que elevó a los altares entre los 108 Mártires, víctimas del nazismo y del comunismo. Cuando aquella nación tan valiente había caído bajo el dominio de comunismo ruso y del nazismo alemán, parecía que todo se había perdido y para siempre en la pobre Polonia. Pero los jóvenes, sin meter ruido, minaban las bases de los dos totalitarismos, empezando por el joven Karol Woityla, trabajador en una fábrica, en la cantera y en el teatro clandestino.

Y, como él, aquellos cinco muchachos que cada domingo acudían fielmente al Oratorio de Don Bosco. Al fin, caen en manos de la Gestapo, que los encarcela. Los policías alemanes no saben qué hacer con ellos, pues los jóvenes, entre veinte y veintitrés años, no hacen sino difundir alegría y optimismo entre los demás presos.
Hasta que los guardianes notan algo misterioso. Cada tarde intensifican su alegría, porque todos los muchachos toman el rosario en las manos y rezan a la Virgen con entusiasmo creciente. Para acabar con aquella comedia, se llevan a los cinco a la ciudad de Dresde y allí les cortan la cabeza…
Dignos alumnos del Padre Salesiano que es internado en el campo de concentración. Le encuentran los guardianes nazis el rosario, y le ordenan: ¡Tira esto al suelo, y pisotéalo! El Padre, valiente: ¡No quiero! Besa con ardor la corona bendita, y es fusilado a sangre fría en el campo de Auschwitz.

Las mujeres no se quedan cortas en esta gesta de tantos heroísmos. Como la hermana Sor Eva de la Concepción, que cae primero bajo el poder de los comunistas y después de los nazis. Entran éstos en su celda en busca de cosas preciosas. Y Eva: ¡Aquí no hay más cosas preciosas que este Crucifijo, ¡pero yo no lo entrego! Se lo quitan, lo tiran violentamente al piso, lo recoge Eva y le estampa un fuerte beso, mientras dice: ¡Jesús, todo esto por ti y por Polonia! Las balas ponían al día siguiente la última palabra…

¿De quién ha sido el triunfo final en Polonia? Hoy es una nación libre, fuerte, admirada de todos, gracias a aquella juventud heroica que contó con Jesucristo.
Si ponemos estos casos de Polonia es por venir tan a la mano con el ejemplo del Papa polaco, aunque se dan en todas partes donde hay jóvenes sanos y fieles que tienen a Cristo como líder e idela de su vida.

El hogar es la base de esta formación humana y cristiana del joven. Hay modernamente muchas diificultades. Pero el caso es sembrar en los jóvenes los principios del bien, de la honestidad, de la fe, de la piedad, de la generosidad, de la ilusión por hacer el bien a los demás.

Jesucristo, tan amante de los jóvenes, está muy al tanto y tiene escogidos a muchos para la renovación de la sociedad. Y a Jesucristo no le fallan los planes tan fácilmente, porque al fin se sale con la suya…

Comentarios cerrados