Jesucristo, regalo máximo de Dios

22. marzo 2023 | Por | Categoria: Gracia

¿Hay alguna “cosa” en el mundo que nos pueda llenar el alma? Ninguna. Porque todo lo que podamos ver y tocar, las maravillas más grandes, son mucho menos que nosotros. El hombre más pobre es mucho más rico que todo el universo material. Entonces, nada puede rebosar las fronteras del corazón.

Pasando al nivel de las “personas”, preguntamos también: ¿hay algún hombre o mujer que pueda llenarme del todo? Y la respuesta resulta casi desconcertante: tampoco, aunque todos y todas son iguales que yo, hasta las que parecen mayores. Porque todas son limitadas, todas tienen a su vez un alma y un corazón que no se satisface con nada, todas aspiran siempre a más, a más amor sobre todo.

Entonces, sólo el Infinito y el Eterno —el que es mayor que todas las cosas y personas, y que dura para siempre sin morir jamás— sólo Ése, que es Dios, puede colmar todas las ansias de nuestro ser.
¿Qué ha hecho Dios, ante un ansia tan insaciable de nuestra mente y de nuestro corazón, ante el afán que nos devora de vivir colmados de verdad y de amor?
Muy sencillo, ¡pero qué maravilla!… Dios no quiso dar nada ni mandar a nadie para cumplir semejante misión. Porque nada ni nadie nos hubiera llenado nunca. Determinó venir y darse ÉL MISMO. Dios Padre manda su Hijo, hecho hombre por obra del Espíritu Santo. Esta es la gran noticia para el mundo:

¡Dios se ha hecho hombre! ¡Dios mismo en persona salva al hombre pecador y le abre las puertas de la vida eterna! ¡Jesucristo, el Hijo de Dios e hijo de María, hermano nuestro, es el Salvador, el Maestro, el Camino, la Verdad y la Vida, el único al que podemos ir sin que nos engañe ni nos defraude, el único que traspasa las fronteras del mundo y del tiempo para enclavarnos en la eternidad dentro del seno mismo de Dios!…

Jesucristo es el gran regalo de Dios, la Gracia de las gracias. Jesucristo nos lleva al Padre y nos da el Espíritu Santo, llenándonos así de la Vida de Dios. Jesucristo es el TODO que Dios nos ha dado. Todo lo demás son regalos añadidos, grandes cuanto queramos, pero que tanto valen en cuanto vienen de Jesucristo, nos llevan a Jesucristo y por Jesucristo a Dios en la Vida Eterna.

Un joven con la cabeza un poco vacía presumía de ateo y se reía de la Iglesia de Jesucristo: Vosotros los católicos sois unos infelices. ¡Seguir a un carpintero que para en la cruz! ¡Vamos, tontos!… Pero no supo responder a un compañero muy listo: A ver, guapo, con todos tus conocimientos de Historia, y entre todos los líderes del mundo actual, preséntame un tipo como Jesucristo. Te doy mil dólares en la mano si me citas un nombre que sustituya al de Jesús de Nazaret…
Ni el uno dijo el nombre, ni el otro hubo de soltar los dólares…
Por otra parte, Jesucristo se nos ha hecho tan cercano, que está siempre con nosotros y lo encontramos en todas partes y de mil maneras. Por más que Jesucristo juegue al escondite como los niños, siempre ganamos nosotros, porque lo descubrimos donde quiera que se esconda…

¿Quién no encuentra a Jesucristo en el propio corazón? Si se vive en su gracia y su amistad, se siente también su presencia por esa paz y alegría que llenan el alma y que sólo pueden venir de Jesucristo viviente en nuestro propio ser… Si se siente el dolor y todo parece derrumbarse, espontáneamente se vuelve la mirada al Crucifijo o se oye la voz del querido Maestro: Venid a mí, los que estáis agobiados y no podéis con la carga, que yo os aliviaré… Si le somos infieles y la culpa nos corroe la conciencia, Él nos sigue amando, y cada uno siente la voz del que dijo a los fariseos rezongones: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Y basta volver la mirada a Jesucristo, para oír su promesa al ladrón: En el paraíso nos encontraremos…

¿Quién no encuentra a Jesucristo en la Eucaristía? El que dijo sobre el pan y sobre el vino: Tomad y comed…, tomad y bebed, que esto soy Yo, nos da en la Comunión su propia Persona, tal como es, con su naturaleza de Hombre y su naturaleza de Dios. Se nos da entero, hecho comida y bebida. Y nos llena de toda la vida de Dios, pues nos trae consigo al Padre y al Espíritu Santo, a la vez que nos da la prenda más segura de la gloria futura. Porque es imposible que muera quien se alimenta del que es la Vida Eterna.

¿Quién no encuentra a Jesucristo en el hermano? Todo hombre y toda mujer son unos redimidos por Jesucristo, y por todos ellos dijo el mismo Señor: Lo que hacéis por uno de estos mis pequeños, lo hacéis por mí. El Papa Juan Pablo II, en un acto conmemorativo del tercer aniversario de la Madre Teresa de Calcuta, dijo de ella: Sabemos cuál fue el secreto de la Madre Teresa: se había llenado de Cristo y miraba a todos con los ojos y el corazón de Cristo.

Una Misionera de la Caridad, jovencita, atiende en la India a un enfermo repugnante y repulsivo por demás. Siente asco, se quiere retirar, y otra Hermana le dice sencillamente: Mira, ese hombre es Jesús. La joven novicia no necesitó más. Desde entonces, fue, y sigue siendo, una entregada sin igual en los centros más comprometidos fundados por la Madre Teresa.

Y es que Jesucristo, al ser la gran gracia para el mundo y para mí en particular, nos hace ser a todos una gracia para los demás.
Dios se ha hecho Hombre, y Jesucristo está conmigo siempre, en todas partes y de mil modos.
Dios se me ha dado en Jesucristo, y yo me doy a los demás como Jesucristo se me ha dado a mí.
Dios me ha salvado a mí por Jesucristo, y yo soy un instrumento en la mano de Jesucristo para ayudar a los demás en su salvación.
Siendo esto así, ¿qué pensar, qué sentir, qué hacer con Jesucristo y por Jesucristo?…

Comentarios cerrados