A la conquista de los Jóvenes
2. mayo 2023 | Por Padre Pedro Garcia | Categoria: FamiliaSe llegó a discutir mucho la actitud del Papa Juan Pablo II sobre las Jornadas Mundiales de la Juventud. ¡Qué viajes! ¡Qué gastos! ¡Qué tener en jaque a los países organizadores! ¡Qué espectáculos triunfalistas!… Se hacían del Papa todas las críticas que se pudieran hacer. Y sin embargo el Papa, ¡dale que te dale!, firme hasta el fin. ¿Por qué? El Papa sabía muy bien lo que se hacía. Ganada la Juventud, se ofrecía un porvenir espléndido para la Iglesia. Perdida la Juventud, un porvenir sombrío y sin esperanzas.
Las dictaduras más fuertes, como la nazi o la marxista, han hecho todos los imposibles para ganarse a la juventud.
Por ejemplo, en tiempos de Hitler, salió una estampilla de correos representando a un muchacho que miraba con ojos ilusionados al infinito, bajo esta leyenda: ¡Sé algo! ¡Sé algo! (Sei etwas). Hitler se ganó a la juventud alemana, y tuvo después en jaque a Europa y a todo el mundo durante seis años con una guerra espantosa.
La Rusia comunista no soliviantó únicamente a las masas obreras, sino que tendió sus redes más que nada entre los jóvenes de todas las universidades del mundo, y durante años nos tuvo metidos a todos en un caos ideológico fatal…
La Iglesia sabe también, y mejor que nadie, lo que son los jóvenes con fe. El primero que lo supo fue el discípulo joven de Jesús, el querido Juan, el cual, siendo ya viejecito, escribía con toda ilusión: “Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, porque la palabra de Dios habita en vosotros, y habéis vencido al diablo” (1Juan 2,15)
La Familia, igual que la Iglesia, y como primera célula de la Iglesia, es consciente del papel que hoy juegan los jóvenes, y, a pesar de tanta dificultad por el mal ambiente que se respira, quiere defender los valores de sus hijos jóvenes, como la mejor contribución que presta a la sociedad.
En este campo no nos dejamos llevar por demasiados optimismos, pero mucho menos queremos rendirnos al pesimismo devastador.
Es cierto que los jóvenes de hoy tienen defectos muy serios, como la rebeldía ante toda autoridad; el desprecio de los valores morales, sobre todo en materia sexual; y también —y es naturalmente lo que más nos preocupa—, la falta de piedad y hasta de fe en grandes sectores de la sociedad.
Pero hemos de reconocerles valores muy grandes, como la autenticidad y la sinceridad; la libertad en la responsabilidad; y una inconformidad muy sana ante un mundo que no les gusta y se han empeñado en cambiar.
Estos últimos jóvenes son los mayores acreedores al elogio que de la juventud hiciera el General más brillante y condecorado de Estados Unidos en la última Guerra Mundial, cuando dijo en ocasión solemne:
-La juventud no es un período de la vida. Es un estado del espíritu, un afecto de la voluntad, una cualidad de la imaginación, una intensidad emotiva, una victoria de la valentía sobre la timidez, del gusto por la aventura sobre el amor a la comodidad.
-No nos hacemos viejos por haber vivido cierto número de años. Nos hacemos viejos cuando desertamos de nuestro ideal. Los años arrugan la piel. Renunciar al ideal arruga el alma.
-Joven es aquel que se admira y se maravilla.
-Eres tan joven como tu confianza en ti mismo, y tan viejo como tu abatimiento.
-Serás joven mientras seas capaz de asimilar. Asimilar lo bueno, lo bello, lo grande, y capaz de captar los mensajes de la naturaleza, del hombre, de lo infinito.
-Si un día tu corazón llega a ser presa del pesimismo, carcomido por el cinismo, que Dios tenga piedad de tu alma de viejo (General Mac Arthur)
Muy bien dicho por el admirado General. Todos estamos conformes con eso de que la juventud no es algo inherente a la edad, sino a la disposición del espíritu. Porque hay jóvenes decrépitos a los dieciocho años, y hay octogenarios que son una maravilla de juventud espiritual. Son viejos esos jóvenes que no tienen más ambición que aprobar el examen; conseguir una colocación de sueldo fijo, pero seguro; conseguir un cariño con el que formar una pareja sin complicaciones, y… deja de contar.
Por el contrario, son jóvenes esos hombres y mujeres para los que no pasan los años, pues viven los sesenta, los setenta y los ochenta como vivieron los treinta y los cuarenta; los que no atinan a pensionarse; los que recorren la finca, o llevan la cocina y no sueltan la aguja de las manos…
Vejez es sentarse, es disfrutar de lo que se tiene sin ganas de acrecentarlo, es acabar las ambiciones; es embutirse en el poncho, apoltronarse en el sillón, arrugarse como una pasa, y rumiar inútilmente los tiempos idos… Mientras que juventud es ansia de vivir, de ensancharse, de crecer… Es inconformismo; es rebeldía; es inquietud creadora; es amor, es ilusión, es riesgo; es movimiento, es deporte vigoroso…
El Papa Juan Pablo II propuso a los dos millones de Jóvenes en la Jornada inolvidable del Gran Jubileo: ¡Sed los santos del Tercer Milenio! ¡Prended fuego a todo el mundo!… No dudemos que lo van a hacer. Que habrá habido muchas respuestas generosas. Que el día de mañana habrá quienes escalen la gloria de los altares, y se dirá de ellos: su riesgo hacia la santidad arrancó de aquel SÍ que dieron al Papa, porque supieron recoger el guante…
Todo lo que hacemos por los jóvenes, tanto en la Iglesia como en el seno familiar, es semilla fecunda. La cosecha tarda, pero al fin se recoge con abundancia sorprendente…