Las siete maravillas de Dios
27. septiembre 2023 | Por Padre Pedro Garcia | Categoria: GraciaEn una clase de Historia preguntaba el Profesor: -¿Quién me dice cuáles eran las siete maravillas de la antigüedad clásica? Y un alumno muy avispado, le contesta festivo: -Yo no las recuerdo. Pero, si quiere, le digo otras siete muy superiores a ésas en las que Usted piensa. Me las enseñaron en el Catecismo: ¡Los siete Sacramentos!… Como el profesor era muy católico, no lo llevó a mal, y hasta felicitó cordialmente al alumno humorista: -Tienes razón, muchacho. Jesucristo tuvo más iniciativa y fue un ingeniero muy superior a los de aquellas culturas envidiables.
¿Qué son, en realidad, los Sacramentos? Son los canales por los que Jesucristo distribuye la Gracia, la Vida divina que mana de su costado abierto en el árbol de la Cruz. Allí nos mereció Jesucristo la Vida de Dios, y esos canales la llevan a lo ancho de toda la Tierra
Nos figuramos que fue un encargo expreso, dado por Jesucristo al Espíritu Santo, al que le dijo allá en el Cielo: -Se acerca Pentecostés, y éste va a ser tu día. Baja a la Tierra. Incéndiala con tu amor por los cuatro costados. Completa en los apóstoles toda la enseñanza que yo les di. Y este caudal inmenso de Vida que yo gané en la Cruz, que ellos lo distribuyan a todos los que lleguen a creer en mí. Yo les pongo en su mano la Gracia. Bajo tu dirección, que se las ingenien para distribuirla por todas partes….
Y así fue. Viene el Espíritu Santo, y en ese mismo día aprenden a interpretar todos aquellos signos que Jesús había realizado. Y bautizan…, e imponen las manos…, y curan a los enfermos…, y perdonan a los pecadores…, y bendicen a los novios…, y toman el pan y el vino para hacer lo que el Señor Jesús en la Última Cena…
Desde entonces, la Iglesia tiene en los Sacramentos los mayores tesoros que Jesucristo le confiara.
Desde entonces, la Tierra se ve surcada por unos canales de alta ingeniería, que arrancan del Calvario en Jerusalén y llevan a todas partes un agua que nunca escasea sino que va siempre en crecida. Cuanto más crece el mundo tanto más se multiplica el agua bienhechora de la Gracia.
Esa Gracia que en el Bautismo es principio de la Vida de Dios en el hombre.
Gracia que en la Confirmación es fuerza arrolladora que vigoriza la vida bautismal.
Gracia que en ante el pecado cura las heridas más profundas y hasta devuelve la Vida que se perdió.
Gracia que prepara y dispone para dar el último salto de la vida presente a la eterna.
Gracia que perpetúa en el mundo el servicio y la autoridad de Cristo por la acción de sus ministros.
Gracia que santifica el amor y el principio de la vida en las parejas que aceptan a Cristo entre los dos.
Gracia de gracias que hace presente a Jesucristo en la realidad de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad cuando se consagran el pan y el vino como memorial de su Pasión y Muerte redentoras.
Siete, son siete esos canales de ingeniería sin igual, ideados, instituidos y ordenados por Jesucristo, y tendidos por la Iglesia bajo la acción directa del Espíritu Santo a lo largo y ancho de la Tierra.
Hoy se están revalorizando mucho los Sacramentos en la espiritualidad cristiana, en el sentido de que la piedad católica, más que en otras devociones, por muy laudables que sean, se está centrando sobre todo en los Sacramentos.
La Eucaristía, que es el centro de todos ellos —por contener no ya sólo la Gracia, sino personalmente presente al que es la fuente de la Gracia, Jesucristo—, está atrayendo al altar, al comulgatorio y al sagrario, filas incontables y grupos nutridos que vienen a saciar aquí su hambre y su sed de Dios.
Un Sacramento —una Comunión, por ejemplo— vale mucho más que todo lo que podemos hacer por nosotros mismos. Pasa con él como lo ocurrido a aquel buen hombre que en plena calle se encontró un billete de cien dólares.
Mucho más pequeño en dimensiones que los billetes de su tierra, piensa. -¡Vah! No debe valer mucho este billete, cuando es tan pequeño… Lo lleva al banco a ver si lo se lo cambian, y ve con pasmo, hasta casi desmayarse, que le entregan por él un fajo de billetes de los suyos que equivalían a su jornal de todo el mes…
Los Sacramentos arrancan del seno mismo de Dios, porque contienen su misma vida, y se meten en nuestro seno para transformarnos en unos seres repletos de la Vida divina. El gran escritor y apologista del siglo segundo, escribía su célebre comentario sobre lo que es cada Sacramento:
– Se lava la carne, para que el alma sea lavada de sus manchas; se unge la carne, para que el alma sea consagrada; se marca la carne, para que el alma sea fortalecida; se pone la carne bajo la sombra de las manos, en el momento de la imposición, para que el alma sea iluminada por el Espíritu Santo; la carne se alimenta del cuerpo y de la sangre de Jesucristo, para que el alma se nutra, se engorde, de su Dios (Tertuliano)
El conocido escritor y educador de la Juventud en nuestros días (Tihamer Toth), nos dice por su parte:
– Los Sacramentos son como siete ríos que nos traen las aguas de la Redención. Como siete fuentes sagradas de donde brotan las aguas de la vida sobrenatural. Como siete cálices que están llenos hasta el borde de la sangre preciosa de Cristo. Como siete mesas en las que Cristo nos sirve la gracia confortadora de la vida espiritual. Como siete campanas cuyo repiqueteo alentador y argentino anima a los que van peregrinando por el camino de la vida eterna.
¿Tendría razón aquel muchacho al señalar unas maravillas tan grandes, muy diferentes y más esplendorosas que las enseñadas por el profesor?…