Sólo por hoy

30. noviembre 2023 | Por | Categoria: Oración

El querido Papa Beato Juan XXIII se hizo famoso por la serenidad, naturalidad y alegría con que sabía pasar la vida, conforme a su lema “Obediencia y paz”. Una paz que no perdía nunca porque sabía que estaba haciendo la voluntad de Dios.
Pero no todo era fruto de un temperamento tranquilo, sino consecuencia de una gran virtud con la cual dominaba todos los acontecimientos del día.
Y esto lo consiguió con un plan de vida que se trazó en su “Decálogo de la serenidad”, bajo el lema de “Sólo por hoy”. ¿Qué quiso decir con este Sólo por hoy?… Vale la pena escuchar sus mismas palabras:

– Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.
– Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras; no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar a nadie, sino a mí mismo.
– Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también.
– Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.
– Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, igual que el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
– Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
– Sólo por hoy haré por lo menos una obra que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
– Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
– Sólo por hoy creeré firmemente —aunque las circunstancias demuestren lo contrario— que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.
– Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.

¿Qué? Una vez leído o escuchado esto, ¿le damos o no le damos la razón al bueno del Papa Juan?… Él acababa su escrito, diciendo:
– Puedo hacer el bien durante doce horas. Lo que me descorazonaría es si pensase que lo tengo que hacer durante toda mi vida.
Y otra cosa. ¿Pensamos que el Papa Juan fue original del todo al trazarse este plan de vida? Pues…, no.
Porque todo esto ya nos lo había dicho Jesús en el Evangelio con una norma muy prudente: -A cada día le basta su propia preocupación (Mateo 6.34)

Si ahora quisiéramos comentar cada una de las proposiciones de este plan de vida del Papa Juan, nos haríamos interminables. Cada una se presta a reflexiones muy hondas y muy provechosas.
Llaman poderosamente la atención algunas de ellas por el humanismo tan sano y tan bello que encierran. No se trata de mirar solamente a Dios en las alturas de la oración mística para alcanzar las cumbres de la santidad. No, nada de eso. Se trata de normas de educación con los demás y de bienestar consigo mismo. Por ejemplo, cuando se propone: “Cuidado de mi aspecto”. “Cortés en mis maneras”. “Ser feliz ya en este mundo”. “Gozar de lo que es bello”. “Creer en la bondad de los demás”…

Siendo así, ¿cómo no se iba a ganar el querido Papa al mundo entero?… Con ello, por otra parte, no hacía sino poner en práctica ese consejo de San Pablo a los de Filipos, y que es de lo más exquisito que nos dejó escrito el Apóstol: -Hay que practicar todo lo que hay de verdadero, de noble, de justo, de limpio, de amable, de laudable, de virtuoso, de encomiable (Flp. 4,8)
Es entonces cuando el cristiano, al igual que Jesucristo, aparece ante todos como el más plantado caballero; y la cristiana, igual que María, con más elegancia y dignidad que una primera dama…

Llama la atención también en ese plan de vida la serenidad con que el Papa Juan toma los acontecimientos que se pueden presentar en la jornada. “Vivir exclusivamente este día”. “Fuera esas dos calamidades de la prisa y de la indecisión”. Es algo de sentido común, pero que se olvida tantas veces y es causa de malestares tan serios. -¿Hay que hacer una cosa? Entonces, ¿por qué aplazarla? ¿a qué viene la pereza? Cuanto antes se acabe, mejor. ¡Decisión!…
Pero sin caer en la calamidad de las prisas, que son un destrozarse los nervios inútilmente. Ocurre entonces como al conductor que se empeña en avanzar un kilómetro en la carretera pasando al de delante: al fin llegan los dos al mismo tiempo, si es que no ha sucedido un accidente provocado por prisas tontas…

No decimos nada sobre el carácter sobrenatural que transpira ese plan de vida, cifrado en las hermosas palabras del Papa: “La providencia de Dios se ocupa de mí”. Y si Dios está conmigo a lo largo de todo el día, ¿qué razón de ser tienen los temores?… El peligro existe sólo en nuestra imaginación…
    Ante un plan de vida como éste del querido Papa Juan, nos salen una vez más a flor de labios aquellos versos, varias veces citados en nuestro programa. Lo que Ignacio le dice a Javier como norma suprema de vida en Dios:

No hay virtud más eminente  
que el hacer sencillamente
lo que tenemos que hacer.
El encanto de las rosas
es que siendo tan hermosas  
no conocen que lo son….  (Pemán)

Encanto a los ojos de los hombres, desde luego. Pero, más que todo, encanto delicioso para los ojos de Dios…

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