María, el gran negocio

1. febrero 2021 | Por | Categoria: Maria

He leído una palabra sobre María, dicha hace ya mil años, nada menos que por San Bernardo, gran Doctor de la Iglesia. Le llama a la Virgen: El gran negocio de los siglos. Hoy, vamos a ocuparnos, aunque tan brevemente como nos lo permite el tiempo, de este negocio, de este asunto tan importante. Y debe serlo mucho, pues cada vez que hablamos de María en la Radio sabemos que aquel día la charla tiene un sabor especial y viene más de una llamada a la Emisora.

Poniendo una comparación muy familiar, una charla sobre María es un plato exquisito que a todos nos cae bien, a todos nos gusta, todos lo paladeamos con fruición…
Me dirán ustedes:
– A ver, ¿por qué María es un asunto tan importante, de modo que hayan de preocuparse por Ella todos los siglos?…
Yo diría que por tres cosas. Espero atinar con las tres..

La primera, porque, antes de la venida de Cristo, todos los ojos del pueblo judío estaban puestos en aquella mujer que tendría que ser la madre del Mesías esperado. Las hijas de Israel se preguntaban por fuerza, y es esto lo más natural, aunque no nos lo diga la Biblia:
– ¿Y cuándo vendrá el Cristo, y quién será, y cómo será su madre, esa mujer afortunada?…
Pero, vaya, esto lo vamos a dejar de lado.
Ahora que ya la tenemos con nosotros, digamos lo que es, lo que hace, lo que significa en nuestra vida cristiana.

La segunda razón por la cual María es un asunto tan importante es porque María es la Madre de Dios, y por fuerza es la Mujer más grande, la más excelsa, la que tiene un puesto en la Historia que no será superado jamás.
No podemos ni idear una mujer mayor que María, porque es imposible que exista una maternidad superior a la de María.
Además, Jesucristo la ha unido tan estrechamente a su obra redentora, que la vemos siempre con Jesús y al lado de su Jesús.
La vemos con Jesús cuando lo lleva en su seno bendito. ¡Madre verdadera de Dios!
La vemos cómo besa y abraza gozosa a su Niño en Belén.
La vemos cómo vive en Nazaret con su Hijo, al que educa y forma como Madre.
La vemos con Jesús cuando lo acompaña valiente hasta el Calvario.
La vemos con Jesús hasta el momento de la Ascensión, y la vemos recibir con los apóstoles al Espíritu Santo, el Espíritu del Señor Jesús, en el inicio de la Iglesia.
Ir contra María es ir contra el Evangelio desde el principio hasta el fin. Decir que se acepta el Evangelio, a la vez que se rechaza a María, es algo que nosotros lo vemos como un imposible.
Como las otras religiones no cristianas, podríamos pensar en Dios sin pensar en una mujer a su lado. Pero nosotros no podemos pensar en Jesucristo, el Dios hecho Hombre, sin pensar en la Mujer que le dio nuestra naturaleza humana. En María, vemos enaltecida a la mujer hasta unas alturas a las que nadie puede llegar jamás.
Hay mujeres famosas en la Historia que son repetibles y son superables.
Hoy se ha metido la mujer en la política, y ya tenemos mujeres grandes que son orgullo de la sociedad.
Dentro de la misma Iglesia, no digamos que una Santa, por grande que sea, no va a ser superada.
Pero una María, Madre de Jesús y Madre de Dios, asociada además a la obra redentora del Salvador, una María no será superada jamás.

La tercera razón que yo señalaría para asegurar que María es el negocio o el asunto más importante de los siglos entraña, si queremos, algo de sentimiento, y no digo sentimentalismo, que es cosa muy distinta.
Jesucristo lo llena todo en el plan de Dios. Pero, ¿no es cierto que en el cristianismo nos faltaría algo sin una mujer como María? Si Dios no nos hubiera dado una mujer como María, en la Iglesia faltaría el ideal femenino, con todo lo que la mujer, y sólo ella, entraña de ternura, de cariño, de belleza, de poesía…

Aunque miremos en María a nuestra Madre, a nuestra intercesora, a nuestra protectora, hemos de mirar también a la Mujer que encarna el ideal femenino, que siempre ha ocupado e ilusionado a la Humanidad.
María es una Mujer Virgen, ideal de belleza.
María es una Mujer Madre, ideal de amor y ternura.
María es una Mujer Hermana, porque es una de nuestro linaje, igual que cualquiera de las otras mujeres buenas y bellas que nos rodean.
María es una Mujer Amiga, porque en ningún corazón como en el Corazón de María podemos depositar nuestras confidencias más íntimas…
Al contemplar así a María, ilusión de todos los siglos cristianos, quiero acabar con este piropo de un delicado poeta:
Virgen más pura que la luz del día,
Virgen más bella que en oriente el sol.
¡Bendita siempre seas, oh María!
¡Bendito sea el fruto de tu amor!…

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