La Mujer de siempre
10. mayo 2021 | Por Padre Pedro Garcia | Categoria: MariaNos costará muchos años a todos el olvidar la inauguración del Año Mariano, decretado por el Papa Juan Pablo II. Dieciocho satélites llevaban por Mundovisión, desde dieciocho santuarios de la Virgen, universalmente conocidos y conectados entre sí, la imagen y la oración del Papa, que rezaba el Rosario desde Roma. Se calculó la televidencia en más de mil millones de almas, orgullosas todas de la Mujer que es la gloria de Jerusalén, la alegría de Israel, el honor de la raza humana…
En acontecimiento tan grande de nuestra fe católica, no todas las voces cantaban al unísono las glorias de María, porque no podía faltar alguna bien disonante.
Corrió entre nosotros la anécdota de aquel que decía creer en Jesucristo, pero que se puso furioso cuando comentaba un hecho que a él no le cabía en la cabeza:
– ¿Para qué este derroche por quien no pasa de ser una simple mujer? ¿Que es una diosa, o qué? El ser la Madre de Jesús, ¿le da derecho a un culto semejante?…
Seguía soltando por la boca todo el veneno que llevaba dentro contra María, pero enmudeció del todo cuando se le preguntó:
– ¿Sabe usted, es capaz usted, de presentarnos un niño más pobre que el que no tiene madre?… ¿No?… Entonces, ¿se da cuenta de lo pobre que es usted en el espíritu al no aceptar la Madre que Dios le ofrece? Sin madre, y porque usted no quiere tenerla, ¿puede asegurarnos usted que su corazón, en el orden religioso, está satisfecho afectivamente? Dios quiso esta afectividad sobrenatural para sus hijos, y por eso les dio una Madre dentro de la Iglesia.
El veneno que antes salía por la boca, ahora se iba convirtiendo en humedad vidriosa de los ojos, y después en lágrimas silenciosas que discurrían por las mejillas… Alma noble al fin y al cabo, terminaba diciendo:
– Sí; a lo mejor los católicos tienen razón al amar y honrar así a María, la Madre que los hace felices…
Pero, volvamos al Año Mariano. Con aquel hecho singular, el Papa nos recordaba que el mundo tenía una Madre.
Muchos, sin embargo, nos preguntábamos entonces:
– ¿A qué viene un Año Mariano, con trece años de anticipación, si es para preparar —como dice el Papa— el Tercer Milenio? Trece años son un anticipo demasiado largo…
Y un sacerdote muy autorizado comentó, quizá con una interpretación demasiado personal:
– Esto parece un acto de desespero en el Papa. Con las dos superpotencias armadas hasta los dientes, ¿qué le queda al mundo si estalla la guerra inaudita que nos imaginamos? El Papa está echando mano de lo último que puede.
Cada uno podrá pensar y decir lo que quiera sobre interpretación tan especial. Pero, sea lo que sea, el mundo honró a María. ¿Y cuál fue la respuesta del Cielo? Callandito, callandito, el Cielo actuó y todos nos quedamos estupefactos…
Porque nada más un año después de clausurado aquel Año Mariano, se desplomaba el comunismo ruso y el de las otras naciones de la Europa Oriental, sin revolución sangrienta, sin dispararse un solo tiro, silenciosamente casi.
Aquello era inaudito e inimaginable. Y todos están hoy de acuerdo en señalar al Papa Juan Pablo II un papel decisivo en el derrumbamiento del comunismo.
La entrada en el Tercer Milenio, por muchos problemas que entrañe, ya no cuenta con el peor de todos: el miedo espantoso que nos dominaba a todo el mundo.
¿Fue ésta la respuesta de María?… Nosotros decimos que sí. Y no creemos que el cariño nos ciegue demasiado.
El en siglo trece fue María la que barrió la herejía albigense, que dividía a la Cristiandad.
En el siglo dieciséis, fue María la que desbarató el Islam con la victoria cristiana de Lepanto, y la fiesta del Rosario nos lo recuerda muy a las claras cada 7 de Octubre.
En el siglo diecinueve fue María, con Lourdes, quien dio el golpe de gracia al Racionalismo.
En el siglo veinte —nos lo dice Fátima— Dios ha confiado la paz del mundo al Corazón de María, y la Virgen ha cumplido, ha cumplido, y seguirá cumpliendo cada vez mejor…
Una vez más —¡y cuántas que lo habremos de decir aún!— la Iglesia siente la protección especial de María. Si no fuera así, habríamos de decir que fue inútil el encargo que Jesús le dio desde la Cruz de tomarnos como hijos y de encerrarnos en su Corazón.
Pero, no hay miedo de que María falle en esa misión que Jesucristo le encomendara. Aceptó ser Madre, y carga con todas las consecuencias. Cuida de nosotros como hijos verdaderos. En lucha ininterrumpida con la serpiente del paraíso,
María no se deja vencer jamás por Satanás.
¿Seguiremos entendiendo la voz y los signos de Dios?…
María es la Madre de la Iglesia.
María es el Auxilio de los cristianos.
María es la Reina de la paz…
A nivel de Iglesia, como a nivel personal, ¿sabemos a quién acudir en nuestras dificultades?…