Obediencia y rebeldía juvenil

27. agosto 2024 | Por | Categoria: Familia

Cuando nos metemos en los problemas actuales de la vida familiar nos encontramos con la rebelión de los hijos. Hoy los muchachos no quieren obedecer. Pero, empecemos por preguntarnos: ¿quiénes tienen la razón, los papás o los hijos? ¿Podemos encontrar el justo equilibrio entre las dos partes, entre el derecho de los papás y la autodeterminación de los hijos?

La rebeldía actual de los jóvenes parte del mes de Mayo de 1968, cuando se revolucionaron en París, extendieron su protesta a todos los países, y exigieron que se tuvieran en cuenta sus derechos.

Hubo entonces naciones que reprimieron la revuelta a sangre y fuego, y se equivocaron.

Hubo grandes hombres de gobierno que aceptaron la realidad, supieron encauzarla, y salieron ganando.

Volviendo a la vida familiar, tengo aquí las respuestas que dieron los mismos muchachos cuando se trató de estudiar a fondo la cuestión. La encuesta se realizó en los Colegios de la Iglesia con los finalistas del año. Por lo mismo, se trata de adolescentes mayores, muchachos y muchachas que entran en la juventud. Yo me limito a leer —sin comentario— las respuestas que dieron los mismos jóvenes, a los que dejo la palabra.

* Es aceptable la obediencia cuando nos muestran la bondad o razón de lo que nos mandan.

* La desobediencia es una demostración de la libertad que ansiamos. Obedeceríamos si se nos mostrase la razón lógica del mandato. Si nos dicen a nosotras, mujeres: No te pongas ese vestido, ¿por qué no nos dan la razón?

* Deben los papás escuchar nuestras razones cuando no queremos obedecer. Es preciso ponernos de acuerdo con ellos si algo tenemos que exponer.

* Quisiéramos más independencia al tomar algunas decisiones. Por ejemplo, la carrera que hemos de estudiar. No les incumbe a los papás, sino a nosotros, con sentido de responsabilidad. No queremos libertinaje, pero sí independencia en muchas cosas personales.

* Queremos más libertad para expresar nuestras opiniones y para tomar decisiones. Nosotros mismos podríamos entonces juzgar sobre lo acertado o desacertado de nuestra elección.

* Los papás no se ponen en nuestra situación. Nos están mandando conforme a la formación que ellos recibieron, no a la que necesitamos en nuestros días. Al enjuiciarnos, todo lo ven malo, porque juzgan conforme a la formación restringida que a ellos les dieron. Y actualmente los jóvenes tenemos algunas cosas malas y tenemos cosas muy buenas.

* Cuando nos prohiben ir solos a algunas diversiones puede que no les falte razón. Pero deben educarnos en la libertad y responsabilidad, pues de lo contrario romperíamos después con todo de mala manera, al no haber sido formados debidamente.

* No es conveniente demasiada libertad, pues cada vez exigiremos libertad mayor que al fin nos resultaría perjudicial. Necesitamos una libertad limitada, que nos haga sentirnos responsables, pero también en edad de formación. (Aquí sí que me permito interrumpir la lectura. Esta respuesta parece increíble y muestra una madurez impropia de sus años… Sigo).

* Los papás no tienen suficiente confianza en nosotros. No quieren oír nuestras opiniones, y eso hace que nosotros pensemos en cosas que antes ni habíamos imaginado.

* Los papás y educadores suelen ser muy conservadores, y al querer sujetarnos a sus normas y criterios son la causa de nuestra rebelión. Un amor equivocado les hace mantenernos en una sujeción que es inmovilidad y una verdadera despersonalización. Llevados a veces por el cariño que nos tienen, no nos dejan luchar por algo que creemos noble, temiendo un fracaso. Con ello, nos hacen a nosotros ser también egoístas. Que nos dejen arriesgarnos.

Éstas fueron algunas de sus respuestas.

Como se ve, no se trata de jóvenes demasiado rebeldes, al contrario, muestran tener una buena formación tanto en sus hogares como en sus respectivos colegios. Son muchachos y muchachas que ofrecen buenas garantías. Y si quisiéramos resumir ahora el pensamiento de los jóvenes, veríamos que todo lo que dicen en estas respuestas se reduce a dos o tres puntos fundamentales.

Primero. Están conformes con la obediencia con tal de que se les dé razón de lo que se les manda. Por lo mismo, se impone el diálogo entre padres e hijos. Diálogo noble, cariñoso, interesante… No es una exageración lo que piden, sino la aplicación de un derecho que ellos creen poseer en justicia.

Segundo. Piden que se les forme en el sentido de la responsabilidad. Hay que darles confianza, y que obren según su conciencia. No podemos negar que este punto es clave en la formación de los jóvenes. Desde el momento que están viviendo de rebeldía, hay que meterles en la cabeza lo que significa eso de la responsabilidad. Que actúen como les dé el gusto, pero que sepan que han de responder —esto significa responsabilidad—, de todas sus acciones ante su conciencia y ante Dios.

Tercero. Que los papás sean conscientes de que las cosas en la sociedad han cambiado, y, sin ceder en sus derechos y obligaciones, han de ponerse en la situación actual de los jóvenes. Porque, guste o no guste a los mayores, la realidad social es ésta. Entonces, para entender a los jóvenes hay que ponerse en su situación concreta de hoy, tan diferente de la vivíamos ayer…

Ante respuestas como éstas, tenemos derecho a vivir de la esperanza en nuestros jóvenes. Ellos son los que tienen en su mano el porvenir. ¿Por qué no ayudarles en todo lo que podamos?…

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