¿La piedad para los Jóvenes?…

10. septiembre 2024 | Por | Categoria: Familia

Casi siempre que se habla de las crisis de la Juventud se suele hacer referencia a esos temas que nos han ocupado a nosotros algunos de nuestros mensajes: la rebeldía o crisis de obediencia, y la crisis del sexo y del amor. Es natural. Son esos los dos problemas fundamentales de los jóvenes.

Sin embargo, nos preguntamos también: ¿por qué se elude normalmente la crisis de la piedad? No es que se la deje expresamente de lado, pero ciertamente que no se hace mucho caso de ella. Aunque es cierto que se habla de ella poco más o menos cuando se trata del problema de la fe.

Pero ahora nosotros miramos en concreto la piedad, la oración, la relación normal con Dios. ¿Las cultivan nuestros jóvenes, o prescinden de ellas como cosa impropia de sus años? ¿Deben fomentarse dentro de la vida familiar?…

Los mismos jóvenes encuestados sobre la rebeldía y el amor, dieron las siguientes respuestas acerca de su relación con Dios. Los directores de la encuesta las resumieron en las siguientes proposiciones.

  • Se nos ha explicado el precepto —de la Misa, por ejemplo— sin profundizar en el significado. Entonces, aburre el cumplimiento del deber, y no nos interesa. Si la Misa no nos dice nada, ¿por qué tenemos que ir a ella?
  • Nos dan de la oración y de la Misa un concepto de deber, no de algo que Dios se merece y que nosotros necesitamos para llevar una vida cristiana auténtica.
  • Nos falta espíritu de sacrificio y se nos ha metido la rutina. Se debe todo al espíritu de comodidad que la vida moderna nos ha infiltrado. En la gente humilde no se da esto y se les ve con más disposición para las cosas de Dios.
  • En el catecismo y en el colegio hemos aprendido a querer a Dios. Pero después somos a veces los únicos de casa que vamos a la Iglesia, y al fin cedemos al ambiente de dejadez que nos rodea.
  • Existe mucho contraste en nuestras disposiciones de ánimo. Por una parte, tenemos fe y nos interesa Dios; por otra, lo dejamos con facilidad por el deporte o las diversiones.
  • Es falso decir que los jóvenes no tenemos fe. Queremos a Jesucristo y es el único líder que nos importa.
  • Nos gusta rezar, pero a nuestra manera. Que nos den más alegría en la Iglesia. Cuando los jóvenes organizamos nuestras reuniones nos sentimos todos contentos.

Con estas siete respuestas tenemos más que suficiente para ver las raíces de la crisis y atisbar las soluciones que se deberían aplicar. Hay que tener confianza en los jóvenes cuando llevan en la mente los principios de la vida cristiana.
Su alejamiento de Dios es una cosa solamente temporal.

Lo malo es cuando no se les ha enseñado desde niños a rezar y no se les ha metido a Dios en el corazón. Si se ha sembrado, la cosecha viene segura, aunque la semilla permanezca oculta mucho tiempo bajo la tierra.

Aquel joven fue a cumplir el servicio militar, obligatorio en su país. El ambiente del cuartel era fatal. Y el chico, sin respeto humano, pero con naturalidad y firmeza, se mantenía fiel a sus prácticas cristianas. A su alrededor, risas, burlas, y escenas del peor gusto… Ante la trampa que le ponen un día, no pierde la calma y desafía a sus compañeros descreídos e inmorales:
– Los que hayan tenido una madre que les haya enseñado a rezar, que se vengan conmigo.
Silencio total. Miradas desafiantes. El recuerdo de la madre viene a clavárseles a todos como un puñal.

Tres o cuatro que se salen del corro, agarran del brazo al valiente y se marchan con él a la iglesia. Se acabaron en adelante las burlas, se impuso el respeto a Dios, y un grupo escogido de muchachos practicaba a la vista de todos las exigencias de la fe.

La respuesta del soldado dio en el clavo de esa cuestión que a nosotros nos ocupa, y que los muchachos y muchachas de la encuesta señalan expresamente a dedo: la fidelidad de los jóvenes a la oración y a las prácticas de la fe radica en la formación que se recibió en el hogar.

Si falló el hogar, resulta después muy difícil meter a los muchachos por los carriles de la Religión. Por el contrario, si en el hogar se respiró ambiente de fe, aunque vengan las crisis, las crisis se remontan, como las remontaron los compañeros del soldado valiente, que se unieron en la confesión de la fe de su niñez.

Hoy la formación de los jóvenes en la piedad y en la oración se basa mucho más en las convicciones que en las prácticas. Lo importante es hacerles ver que necesitan de Dios, que van a Dios y que en Dios ha de acabar su vida. La Misa, los Sacramentos, la oración se les convierten entonces en una necesidad que se les hace imprescindible. No importa el ambiente contrario que habrán de respirar a su alderredor. Ellos, bien formados, serán consecuentes con sus convicciones firmes. Dios es lo único que importa en la vida. Lo demás no tiene consistencia, pasa, y al fin defrauda.

El joven exige el ejemplo y el testimonio de los mayores que le formaron. Y quiere también estímulo. Cuando los muchachos y las muchachas forman grupo de oración, allí hay alegría, limpieza en el amor, piedad sentida, fe profunda y amor a Jesucristo, amigo e ideal…

¿Hay crisis de piedad en los jóvenes?… A lo mejor la crisis más fuerte está en los mayores. Si a los jóvenes se les enseña la lección, ellos la aprenden mejor que nadie…

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