El mundo “tan bello”…
17. septiembre 2010 | Por Padre Pedro Garcia | Categoria: ReflexionesEn un mensaje anterior hablamos del “mundo tan trágico”, como decía el Papa Pablo VI. ¿Qué impresión nos pudo causar? ¿De veras que el mundo es tan malo y va tan mal? ¿Es cierto entonces que el tiempo pasado fue mejor? No lo creamos. En el mundo moderno abunda mucho el mal, pero el bien no se queda atrás. Ese bien hace que el mundo sea «tan bello» a la vez que tan trágico.
Cuando hacemos tanto hincapié en el mal del mundo somos víctimas de una alucinación, vamos a llamarla así. Porque ocurre que el mal llama mucho la atención, y se anuncia lo malo porque rompe la normalidad de la vida.
Ponemos el caso de una catástrofe aérea. Si cae un avión a tierra y mueren todos los pasajeros, es noticia mundial. Si no cae ningún avión, nadie dice nada de los miles de vuelos diarios que transportan a tantísimos viajeros felices.
El bien —al contrario del mal— no mete ruido, porque sigue su camino silencioso y nadie hace caso de lo bueno que se realiza cada día.
Por otra parte, no olvidamos que Jesucristo vino a salvar al mundo, no a condenarlo. Y la salvación de Jesucristo actúa lentamente, como el fermento en la masa, pero al fin lo transforma todo.
Si miramos ahora al mundo «tan bello», como lo llamó el Papa Pablo VI, no miramos precisamente las bellezas de la Creación. Desde luego, que el mundo es bello de verdad. Los que estudian la Naturaleza, los que disfrutan del sol y del mar, de las montañas, de los pájaros cantores y de las flores perfumadas, saben lo que es el mundo que Dios nos ha dado por morada a los hombres.
Pero no miramos ahora el mundo de la Creación. sino el mundo de las almas.
Y observamos ante todo que hay en él mucha hambre de Dios. En medio de la técnica moderna, que ofrece tanto motivo de placer y de confort, son muchos, pero muchos, los que buscan con ansia viva a Dios.
Esto lo vemos en señales que no engañan. Cada vez se fundan más grupos de oración, se fomentan estudios de la Biblia, se acude a Retiros en fines de semana, se venden más libros de piedad…
Como también lo podemos ver en otro hecho muy significativo.
Una Misa del Papa el día de Navidad, su Bendición en el Domingo de Pascua, las concentraciones de sus viajes apostólicos…, ¿cómo es que tienen una televidencia tan enorme? ¿Tanto importa un líder religioso, que no reparte precisamente caramelos?…
Cuando la gran concentración de Juan Pablo II en Denver, un protestante hizo con mucha nobleza esta reflexión tan certera:
– El Papa es el símbolo de la eterna presencia del poder de Jesucristo en las cosas humanas. Sólo un loco podría burlarse de este poder.
Este hecho del Papa demuestra que el mundo está interesado por Jesucristo y por Dios.
Hoy, además, se miran más seriamente los derechos de la persona humana, de la libertad y de la justicia. La sensibilidad social es uno de los signos más positivos de nuestro mundo moderno.
El trabajador está inmensamente mejor que hace un siglo. ¿Que falta mucho por conseguir? Ya lo sabemos. Pero el movimiento en favor de la clase trabajadora ya es irreversible, ya no lo para nadie.
Es también muy característico de nuestro mundo actual el espíritu de solidaridad en la juventud, que tiene en sus manos las llaves del mañana. Hoy los jóvenes fomentan y viven la camaradería, el amor, la ayuda mutua. Otras cosas les importarán muy poco, pero son muy sensibles a la unión, al compañerismo y al servicio desinteresado a los demás. Todo se traduce al fin en mucho más amor dentro del mundo. ¿Nos parece poco?…
Como católicos, miramos también a nuestra querida Iglesia y la vemos unida como nunca en su Jerarquía, mientras ofrece al mundo, con gran espíritu de servicio, los bienes del Reino que Jesucristo le confió.
Por lo demás, los seglares sentimos la responsabilidad del apostolado, y nos lanzamos a trabajar en las mil formas que nos inspira el amor a Jesucristo y a los hermanos. Todo es eco del anuncio pascual del Resucitado, que vive presente en el mundo.
Ese anuncio pascual lo comentaba así el querido Papa Juan XXIII:
– ¡Cristo ha resucitado! Este saludo nos presenta un programa radiante. No muerte, sino vida. No divisiones, sino paz. No egoísmo, sino caridad. No mentira, sino verdad. No lo que deprime, sino lo que es luz, pureza y respeto mutuo.
¿Hay más hambre de Dios que en épocas anteriores? Entonces, el mundo no va tan mal.
¿Se reza más que antes? Entonces, caminamos ahora mucho más seguros.
¿Hay mucha más sensibilidad social? Entonces, estamos formando un mundo mucho mejor.
¿Cumple la Iglesia fielmente su misión? ¿Sí?… Entonces, Jesucristo va realizando su obra salvadora de modo eficaz e imparable. La semilla va germinando y la levadura sigue fermentando la masa. Vamos avanzando hacia ese Mundo Nuevo en que todos soñamos.
El mundo «tan trágico» —volvemos a la expresión de Pablo VI— irá cediendo el paso al otro mundo «tan bello» y tan bueno y tan placentero que nos espera, al mundo que Dios ideó en el paraíso y que Jesucristo quiere renovar de manera definitiva.