Formándose el carácter

22. abril 2011 | Por | Categoria: Reflexiones

Se ha dicho con mucho acierto —y en nuestros mensajes lo hemos repetido con frecuencia— que si queremos tener cristianos hemos de empezar por tener hombres y mujeres. Es decir, hay que formar al individuo como hombre y como mujer para tener después al cristiano y la cristiana cabales.
Un santo se hace con pasta humana como materia prima. Hombre bien formado nos podrá dar un cristiano santo. Una mujer formada nos dará también una santa preciosa.

De ahí la conciencia que se ha avivado sobre la importancia de formar al hombre y de salir nosotros mismos bien formados. Si lo conseguimos, no solamente tendremos una sociedad mejor, sino que habremos contribuido grandemente a la obra del Reino de Dios. A eso va la llamada hoy Formación Permanente: no hay que detenerse nunca en el proceso de la propia formación humana, social y espiritual.

En cualquier escuela de formación nos encontramos con unos temas obligados, como son el ideal, el deber, la constancia, el carácter. A los papás responsables con los hijos les ocurre lo mismo que en las escuelas, ya que el hogar es la primera escuela donde se forman el hombre y la mujer.
Las personas de ideal y de sentido del deber se hacen también, a fuerza de constancia, con un carácter de hierro, que las convierte en las millonarias del espíritu. Porque una persona de carácter no encuentra en la vida ninguna dificultad que no venza gloriosamente.

El mismo Jesús, al hacer el elogio de Juan el Bautista, dijo de él esto precisamente: que era todo un carácter, y no una simple caña movida por el primer viento que sopla (Mateo 11,7)

Partimos del supuesto de que el hombre vence todo lo que se propone, a no ser que se trate de un imposible total, lo cual escapa a toda fuerza creada.
El Océano parecía infranqueable; Colón se empeñó en romper su misterio, y se encontró con el continente americano.
El Everest se presentaba inaccesible; aquella expedición inglesa lo conquistó, y la montaña más orgullosa de la Tierra se doblegó ante el hombre tenaz.
Por eso, los investigadores de la NASA han podido esculpir esta leyenda en el Centro Espacial:
– Lo que ayer parecía increíble, hoy lo vemos posible y mañana es una realidad.
El caso es que el hombre se apoderó de la Luna…

Si el hombre ha logrado estas metas en el campo de la ciencia, de la técnica y del deporte, ¿habrá de echarse atrás cuando se trata de la conquista de sí mismo? ¿habrá algo que se resista a una voluntad enérgica?… La corrección de un defecto que nos desluce; el solventar una dificultad en el matrimonio o en la familia; el resolver un problema en el trabajo; el dominar una pasión peligrosa…, todo esto, ¿resultará insuperable?… La persona valiente, ni se lo pregunta; y no se queja de las dificultades, sino que se agiganta frente a las mismas.   
Cuando una persona se ha hecho con un carácter así, entonces vienen los frutos del esfuerzo. Igual tenemos delante un hombre y una mujer de prestigio que un santo o una santa. Entre el propio esfuerzo y la gracia de Dios han hecho de conjunto una maravilla.  

Pongo el caso de la directora de una prestigiosa escuela secundaria.
Aquella mujer era imperturbable, a pesar de un temperamento de por sí violento. Los alumnos más revoltosos no la sacaban nunca de sus casillas, y jamás perdía la calma ante problemas agudos y complicados. Así se había convertido, naturalmente, en la delicia de los compañeros profesores y en la seguridad de los padres de familia. Una vez se le preguntó sobre su secreto:
– Pero, ¿cómo ha podido hacerse usted con semejante carácter?
Y su respuesta dejó a todos sorprendidos:

Ante cualquier contratiempo me suelo hacer tres preguntas:
Si el viento mueve una hoja del árbol ¿qué ocurre? Nada. Y yo soy tan insignificante como la hojita prendida de la rama….
Si muere el Presidente, ¿qué pasa? Nada. Ponen a otro, y la cosa sigue. Y yo no soy tan importante como él…
Y me pase lo que me pase, ¿está querido o permitido por Dios? Entonces, no tengo que inquietarme por nada…

Para hacerse con el tesoro de este carácter no hay medio mejor que acostumbrarse a respetar la propia palabra y las propias decisiones. Todos sabemos proponer mucho. Pero, ¿sabemos después cumplir lo que hemos prometido?…
Estas personas han aprendido a resistir cualquier contrariedad sin quejarse.
Saben vivir austeramente, sin doblarse ante los halagos de la vida fácil.
Y gozan con ser agresivas, al hacer frente a cualquier dificultad que sobreviene.

¿Qué no puede esperarse de un carácter bien formado? La Biblia (Proverbios 10,32) nos lo dice con estas palabras:  
– Mejor es quien domina sus pasiones que un conquistador de ciudades.
Porque la persona que se conquista a sí misma es un héroe mayor que la triunfadora de enemigos externos.
Ante una persona de gran carácter, todos nos inclinamos reverentes…

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