Cuando María se mete…

27. julio 2020 | Por | Categoria: Maria

Un obispo japonés se hallaba en Roma para la visita obligada al Papa, y en honor suyo y de otro japonés bien conocido, tenor de mucha fama, se organizó un festival con la presencia de muchos personajes ilustres. En el acto, se le pidió al bravo tenor que cantase él mismo alguna pieza de su repertorio en honor de su compatriota el Obispo. Aceptó gustoso, y escogió entre las piezas de su repertorio el Ave María de Gounod. Cantó que fue un primor.
Y era el comentario unánime: -¿Cómo este japonés, pagano, ha podido cantar tan exquisitamente y con tanto sentimiento el Avemaría a la Virgen?. No lo hace mejor el creyente católico más amante de la celestial Señora.
Pero alguien, con más tino, apostilló: -Sí, ciertamente; en la canción estaba puesta toda el alma. ¿A que este japonés pagano acaba por abrazar la fe católica y entrar en la Iglesia? La Madre de Dios lo traerá a la verdadera fe

Este comentario era nada menos que del Cardenal Prefecto de las Misiones. Su atinado presentimiento se cumplió; el cantante abrazaba no mucho después la fe católica, y era bautizado en Roma por el mismo Cardenal que había hecho una profecía tan certera (Riozo Okuda, y Cardenal Van Rossum)

Cuando queremos hablar de María, nos encontramos siempre con la misma realidad: Ella tiene como misión el dar Jesucristo al mundo y a cada una de las almas, y a fe que cumple bien su cometido…
María es la primera evangelizadora de Jesús, y juega por lo mismo un papel central en la Iglesia, que es esencialmente misionera, la enviada por el mismo Jesucristo a todo el mundo para proclamar el Evangelio a toda criatura.

Siempre ha sido así, y la Iglesia de nuestros días lo siente esto de un modo muy particular. El Papa Juan Pablo II lo expresó con palabras muy bellas: -Con su nueva maternidad en el Espíritu, María abraza a todos y a cada uno EN la Iglesia, y abraza a todos y a cada uno MEDIANTE la Iglesia.

Dicho de otra manera. A todos y cada uno de los cristianos los abraza en la Iglesia y dentro de la Iglesia porque son plenamente sus hijos. Y a los que están todavía fuera, los abraza mediante la Iglesia, ya que por la Iglesia les lleva el mensaje de la salvación a fin de que, conociéndolo, lo abracen, y, abrazado, vengan a ser también hijos suyos en plenitud, como lo quiso Jesucristo cuando desde la cruz confió la humanidad entera a la bondad de su Corazón maternal.

Jesucristo es el gran misionero, porque Él es el enviado de Dios al mundo para salvarlo. Y su misión la empezó dentro del seno de María en el momento de la Encarnación.
María traía como mujer al misionero o Enviado de Dios.
María era la primera en dar Jesús al mundo.
María era la primera en comunicar las primeras noticias sobre Jesús.
María era la evangelizadora de la infancia, niñez y vida de Jesús en Nazaret.
María, con su influencia decisiva en el primer milagro de Caná, contribuía a la fe de los discípulos.
María atrajo con su oración el Espíritu Santo en el Cenáculo sobre los apóstoles, a los que amaba, sostenía, impulsaba y llenaba de coraje en la Iglesia naciente.
María, con verdadero tino, ha sido llamada en nuestros días, a partir del Papa Pablo VI, como “La Estrella de la evangelización”.

Nuestra Hispanoamérica es la prueba más contundente de esta realidad tan bella. ¿Cómo pudieron todos nuestros países abrazar la fe católica en tan breve tiempo?… La rápida evangelización de América y el establecimiento de la Iglesia no se explican si no si no es por la influencia decisiva de la Virgen.
Desde California en el Norte hasta el Sur de Argentina y Chile, se catalogaron más de dos mil quinientos nombres marianos que designan la geografía americana (Miriam, Marzo 1949).
Y es curioso. Se han simplificado los nombres de nuestras ciudades, pero originariamente llevaban muchas el nombre de la Virgen. ¿Ejemplos?… Santa María de Buenos Aires, la capital de Argentina…;  Asunción de Nuestra Señora, la de Paraguay…; Valparaíso de Chile era en un principio Nuestra Señora de Puerto Claro..; y Arequipa, en Perú, era Nuestra Señora de Valle Hermoso, igual que Guatemala de la Asunción en Centroamérica…

Metida María en nuestras tierras de este modo tan idílico, ¡qué pronto quedó presa América en las redes certeras del Evangelio de Jesucristo! Fue la pesca milagrosa más sonada, en la que los peces se dejaron prender tan felices por miles y por millones…

Cuando María respondía al Ángel: “Sí, que se cumpla en mí esa voluntad salvadora del Señor, y que en mi seno se forme hombre el Hijo de Dios”, María unía indisolublemente su vida a la del gran Misionero del Padre, pues esto significa misionero: “enviado”. De este modo, María se consagraba a la obra evangelizadora de Jesucristo su Hijo, y de la misma manera continuará llevando su empresa hasta el fin.

¿Hacemos bien cuando seguimos amando y alabando y rezando a la Virgen María, para que conserve y acreciente la fe cristiana y católica en nuestros pueblos?… Mientras la bendita imagen de María sea venerada en nuestros templos, su cuadro penda en la pared de nuestras casas, y su escapulario se apegue a nuestras carnes…, no tengamos miedo por nuestra fe, esa fe que Dios nos pide para la salvación….
El cantante pagano, sin haber aceptado todavía a Jesucristo, llegó a creer en Él y a abrazar la fe por la fuerza misteriosa de María, a la que ensalzaba de corazón aunque sin saber por qué. ¿No hará la Virgen algo semejante y aún mejor por nosotros, que la conocemos y la amamos tanto?…

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