Salvados por Jesucristo
1. julio 2024 | Por Padre Pedro Garcia | Categoria: JesucristoMuchas veces sale en nuestros mensajes la palabra salvación, porque hablamos continuamente de Jesucristo, el Enviado por Dios Padre al mundo para salvarnos. Sabemos que el mismo nombre de Jesús significa Dios que salva. Es el nombre propio con que Dios quiere que sea designado su Hijo Nuestro Señor Jesucristo.
Cuando estemos en esa gloria que esperamos para después, toda la Iglesia, toda la Humanidad redimida, hará resonar en el Cielo un grito que no se apagará jamás en las gargantas de los elegidos. Será un ¡Gracias, gracias, gracias! inacabable. Porque todos seremos conscientes de que nuestra suerte hubiera sido otra totalmente distinta si, una vez alejados de Dios por el pecado, Dios hubiera usado de justicia en vez de misericordia.
Si nuestros mensajes son siempre una alabanza a Dios y a Jesucristo, el de hoy queremos que lo sea de una manera especial, al recordar su obra creadora y el beneficio inmenso de la Redención.
Dios nos creó con toda la ilusión de hacernos hijos en su Hijo. Viene Adán con su pecado en el paraíso, y después nosotros, pecadores, echamos a perder entre todos la obra de Dios.
¿Qué va a hacer Dios ahora? ¿Dejarse vencer por Satanás, que se ríe de Dios? ¿O bien tomarse la revancha, y aplastar a Satanás? ¿Qué hace con el hombre: dejarlo tumbado en su culpa y en la condenación merecida, o rehabilitarlo y salvarlo?…
Dios, todo amor, se inclina por la bondad, y, el que nos creó, también nos salvó. Se le echa a perder el primer proyecto, pero, como arquitecto sabio, rehace los planos, traza unos nuevos, y la obra de la Redención y la salvación resulta mucho más fabulosa que la trazada en primer lugar.
Dios, por amor, manda su Hijo al mundo por mi salvación.
Jesucristo, el Hijo de Dios, muere en la cruz por mí, para salvarme.
Dios derrama su Espíritu en mi corazón, para que ame a Dios como Dios me ha amado a mí.
Esto será en adelante la vida del cristiano, del hombre redimido y salvado por Jesucristo.
Todo es muy bello, ¿verdad? Todo es gratitud, ¿no es así?… Cierto. Pero nunca falta alguna voz que desentona, que blasfema incluso, que arranca nuestra indignación, y que nos hace redoblar nuestra alabanza y nuestra acción de gracias como una reparación por los hombres que no creen, ni esperan, ni doran, ni aman…
No vamos a decir su nombre ni a mencionar la fecha porque no vale la pena—, pero traemos el recuerdo de una escena protagonizada por una modelo famosa, dicen que de las más bonitas y mejor pagadas del mundo. Aceptó dos entrevistas para sendas revistas de gran tiraje, y sus declaraciones blasfemas contra Dios y contra Jesucristo le valieron el que le rescindieran en Alemania los dos contratos que tenía y que le suponían varios millones. La descarada modelo, se atrevió a preguntar:
– Pero, ¿quién le ha obligado a Jesucristo a morir en una cruz?
Y seguía con su atrevida y blasfema declaración:
– Si pudiera encontrarme con Jesucristo, le preguntaría la razón por la cual ha querido morir por nosotros. Y si me respondiera que murió para salvarme, le contestaría que yo no sacrificaría mi vida por otro. Aunque, por otra parte, le diría también: Si lo has querido, ¡que Dios te bendiga! Dios, por otra parte, al hacerme tan bonita, demuestra que ha estado de mi parte… (L. E. Corriere della Sera, 3-XII-1996)
¿Para qué seguir contando más disparates de la pobre modelo?… No es alemana, pero hizo las declaraciones en Alemania, y, al publicarlas los grandes periódicos de Europa, hacían suya la protesta de la Iglesia alemana, que la definió muy bien:
– Una mujer vacía, y símbolo también del vacío de valores que reina en el mundo de la moda.
Ha pasado ya bastante tiempo de este incidente extraño y doloroso, y nosotros, que pensamos de modo tan distinto, hacemos todo lo contrario. Nosotros creemos, y alabamos, y agradecemos a Dios el beneficio de la Redención obrado por Jesucristo, al que nos dirigimos ahora con plegaria ardiente:
Cristo Jesús, luz del Padre: ilumina al mundo entero con tus esplendores divinos.
Cristo Jesús, Dios que te manifestaste en nuestra carne mortal: haznos santos como Tú, por la fe y por la oración.
Cristo Jesús, declarado El Santo por el Espíritu en tu resurrección: líbranos de todo mal espíritu y de todo error; líbranos, sobre todo, de Satanás, el espíritu maligno y blasfemo.
Cristo Jesús, que, hecho hombre humilde, apareciste como Dios ante los Angeles: haznos gustar ya ahora las alegrías celestiales.
Cristo Jesús, que has sido anunciado al pueblo de Israel y a todos los pueblos de la Tierra: abre todos los corazones a la fe por la gracia del Espíritu.
Cristo Jesús, que eres creído y amado en todo el mundo, renueva siempre nuestra fe y nuestro amor, para que vivamos ya en el Cielo los que aún peregrinamos por la Tierra.
Cristo Jesús, Rey inmortal de los siglos: colma nuestras ansias de reinar contigo en la Gloria de Dios.
Así, mientras algunos no creen, ni esperan, ni adoran, ni aman…, nosotros somos felices al proclamar nuestra fe en el amor de un Dios que nos creó, nos salvó, y nos espera en su misma felicidad.