Acogida al gran don de Dios

12. abril 2023 | Por | Categoria: Gracia

Jesucristo es la gran gracia, el gran regalo de Dios al mundo. Sin embargo, el Evangelio de Juan comienza con una afirmación muy dolorosa: “Vino al mundo, y los suyos no lo quisieron recibir”. ¿Estaba, entonces, todo perdido? ¿Había nacido Jesús inútilmente? No. Porque, a continuación, el mismo Evangelio reconoce la parte contraria, feliz de verdad: “Pero a quienes lo recibieron les dio el poder llegar a ser hijos de Dios, nacidos del mismo Dios” (Juan 1, 11-13)
Miramos primero a Israel y después nos miramos a nosotros en este misterio del rechazo y de la aceptación de Jesucristo, porque ambos casos, el judío y el mundo actual, tienen muchas coincidencias.

¿Por qué los judíos rechazaron a Jesús, si Jesús les mostró tanto amor?
Primeramente, porque se habían apegado a la imagen de un Cristo triunfador, sociopolítico, temporal, y no miraron a un Cristo Redentor con un Reino futuro, lo que llamamos “El Reino de Dios”. Jesús chocó entonces con los dos partidos dominantes en el pueblo.
– Los fariseos se apegaban a una ley, interpretada por ellos, imposible de guardar, y rechazaron la ley de la libertad ofrecida por Jesucristo.
– Los saduceos, amigos del dinero, buscaban la comodidad, la buena vida, y eso de bienes futuros no les importaba nada: era entonces un imposible aceptar la doctrina y la vida de un Cristo que venía humilde, austero, sin más ilusión que “El Reino de los Cielos”.
Unos y otros rechazaron a Jesús, el cual decía llorando, con ternura indecible: “¡Jerusalén, Jerusalén! Cuántas veces he querido recoger a tus hijos como la gallina a sus polluelos debajo de las alas, pero tú no has querido” (Lucas 13,34)

Los que rechazan a Jesús lo hacen siempre por los mismos motivos. No les interesa Jesucristo porque el Evangelio se opone a sus gustos, a su ideología, a su sistema de vida.
– Como el Israel de entonces, muchos quieren hoy un Jesucristo líder temporal, condescendiente con las opciones políticas determinadas de partido, de nacionalismo. Si Cristo no revoluciona, ¿para qué interesa?
– Como los fariseos del Evangelio, muchos tienen una religión hecha de fórmulas, de costumbres, de compromisos sociales. Esa religión no sale del corazón, sino que se forma solamente de apariencias externas. Apenas viene el enfrentarse con seriedad a la vida cristiana, Jesucristo estorba…
– Como los saduceos, hoy son muchos más los que rechazan a Jesucristo y el Evangelio por el afán de comodidad. ¡Pasarla bien, disfrutar, gozar de la vida! El dinero y el placer se han metido de tal modo en la sociedad del bienestar, que la mayoría se ha decidido a ir por la vía ancha, la autopista facilísima, en vez de entrar por la vía estrecha, única que conduce al Reino de los Cielos, la propuesta por Jesucristo.

¿No es verdad que entre nosotros, aún después de dos mil años de la venida de Jesús, sigue ocurriendo lo mismo? Y lo lamentamos, como es natural, porque amamos mucho al Señor. Pero es también inmenso el número de los que hacen de Jesucristo el supremo ideal de su vida y se le dan incondicionalmente.
Traigo, como un ejemplo, el caso de una mujer de nuestros pueblos, la cual, al morir, puso en un apuro a su Párroco. Debía éste hacer la homilía en el funeral y previó que iba a hacer el ridículo, porque no podría con la emoción y le iban a saltar las lágrimas. Al fin, se decide a escribir la homilía y pronunciarla al pie de la letra (Una hija de la difunta, hoy religiosa, me entrega el original del cual saco la copia)
Empieza el sacerdote dirigiéndose al féretro:

“¡Gracias, Doña Iris, por haber cuidado tanto de mi amado Jesús en el Sagrario y por haber sido tú la lamparita que lo alumbraba. Te pido, ya que estás en perfecta unión con el Padre, que aumentes mi fe por Jesús Sacramentado”.
Sigue ahora el sacerdote hablando a toda la Parroquia:
“Mientras nosotros, con muy buenas intenciones, deseábamos arreglar los problemas del mundo, ella pedía con mucho amor que cambiara el corazón de los hombres para que el mundo fuera mejor.
“Comprendió mucho mejor que nosotros las palabras de Jesús a Marta: Sólo una cosa es importante.
“Lo que nosotros entendemos con la razón, pero no lo aplicamos con el corazón, lo de estar en vela y vigilantes en la oración, ella lo consideró vital para su existencia.
“Mujer de un testimonio intachable, de una caridad envidiable y de una dulcísima ternura, vivió para la oración y en ella nunca abandonó la plegaria a la Purísima e Inmaculada Concepción de María.
“Esposa y madre, dulce por demás, de tal manera amante de Jesús Sacramentado que se pasaba ante Él ratos incontables. El Sagrario fue el centro de la vida de esta mujer campesina y de santidad excepcional”.

¿Entendemos un mensaje como éste, de una mujer del campo? Personas de fe, nosotros no miramos tanto a los que rechazan a Jesucristo, gracia de las gracias de Dios, sino que fijamos nuestra mirada en los que lo aceptan, lo aman, lo siguen y hacen de Jesucristo el centro de sus vidas.

¿Habremos de decir que Jesucristo se queda solo, que el Reino de Dios establecido por Él es un fracaso o está en situación de quiebra?… Sería ésta una manera de pensar muy infantil. Si Jesucristo es rechazado por muchos, son por otra parte muchísimos los que optan por Él y lo siguen incondicionalmente.
Es nuestro caso, por la gracia de Dios. En el seno de la Iglesia Católica tenemos la orientación más segura para seguir a Jesucristo como Él quiere. A los que lo rechazaban, Jesús les dijo severamente: “¡Cuidado, que moriréis en vuestro pecado!” (Juan 8,21). Mientras que le sigue diciendo por nosotros al Padre (Juan 17,24):  “Quiero que donde yo estoy, estén ellos también para que vean mi gloria”.

Comentarios cerrados