El ateísmo consumista
21. junio 2013 | Por Padre Pedro Garcia | Categoria: Reflexiones¿Saben cómo se me ha ocurrido titular en mis notas este escrito de hoy: Pues, con un nombre algo raro: “El ateísmo consumista”. Fíjense bien: “consumista”, no “comunista”… ¿Por qué este juego de palabras?…
Hay algunos hechos de nuestros días que, aunque se vayan alejando, conservan su frescor y contienen lecciones que no pasan. Por ejemplo, uno de los viajes últimos del Papa Juan Pablo II, que pudo ver realizado por fin uno de sus anhelos más hondos, como era el de llegar a alguna de las Repúblicas de la antigua URSS. Con aquel viaje a Ucrania, ya no le quedaba más que alcanzar la última meta: Moscú. Pero ya era mucho haberse metido en un país que fue parte de la Rusia soviética.
En Ucrania le esperaba ansiosa una multitud enorme de jóvenes, para los cuales el Papa celebró una Misa que sería inolvidable. Durante aquella asamblea llovió intensa e ininterrumpidamente. Pero esta contrariedad reforzó más aún la valentía tanto del Papa como de los trescientos mil jóvenes allí presentes, acorde con el mensaje que el Vicario de Cristo les iba a transmitir.
¿El comunismo? Como en todas partes, hizo estragos en Ucrania. Esclavizó a todos sus habitantes. Causó mártires innumerables a la Iglesia. Y lo peor de todo, como siempre, fue la siembra del ateísmo, en guerra declarada contra Dios. Desaparecido el comunismo, ¿había para cantar victoria, se podían los cristianos dormir sobre los laureles de la paz, bastaba con ir a los templos que se volvían a abrir? En una palabra, ¿estaba asegurada la fe, una vez abiertos al mundo occidental, que les ofrecía el regalo de la democracia, de la libertad, del bienestar dentro del sistema capitalista?…
El Papa no se anduvo por las ramas, y declaró con valentía a los trescientos mil jóvenes:
– No quieran pasar de la esclavitud del régimen comunista a la esclavitud del consumismo. Porque el consumismo es otra forma distinta del materialismo comunista, pero es un materialismo que, sin rechazar a Dios con palabras, lo niega con los hechos, excluyéndolo de la vida.
Con estas palabras estaba planteada a los jóvenes la tesis del Papa, que continúa exhortando a la valentía y la generosidad:
– Ya sois libres. Pero recordad que la libertad es exigente, y requiere una conciencia fuerte, responsable, madura. Por lo mismo, escoged el camino estrecho, que el Señor os indica con sus mandamientos. El camino que se os presenta ancho y cómodo, se revela después mentiroso y falaz.
Los jóvenes se entusiasman con esta bravura que el Papa les ofrece y de la cual él, enfermo y achacoso, les está dando una prueba y un testimonio magníficos. Muchos de estos jóvenes van a pasar la noche al descampado, sobre el fango y con la amenaza de más lluvias, hasta que al día siguiente asistan a la Misa de beatificación de los Mártires de la Iglesia ucraniana bajo el terror nazi y el comunista. Como se ve, la oportunidad para hablar a los jóvenes es excelente. El Papa la aprovecha, y les anima y enardece más:
– Con la ayuda de Dios, conseguiréis realizar opciones de mucho compromiso e ir contracorriente, como podrá ser el quedaros en vuestra patria, sin ceder a la tentación de marchar al extranjero. Aquí tienen necesidad de vosotros. Y de vosotros depende en gran parte el porvenir de Ucrania (26 de Junio de 2001)
Muchas veces ha salido en nuestros mensajes el hecho del ateísmo, igual el ateísmo militante del comunismo que el práctico del capitalismo. Hemos coincidido siempre y de manera total con el pensamiento que hoy nos ha expuesto el Papa de manera magistral y en una ocasión tan excepcional también.
Al caer el Muro de Berlín empezamos todos a mirar con esperanza y simpatía enorme a los países antes comunistas. Pero también, desde aquel momento, nos asaltó a todos la una inquietud, formulada siempre con las mismas preguntas:
– Los pueblos del Este han vencido al ateísmo comunista, pero, ¿vencerán el ateísmo a que conduce el capitalismo consumista?
– Vencida la esclavitud, la pobreza y el hambre, ¿serán capaces esos pueblos de guardar su fidelidad a Dios cuando les llegue el bienestar?
– ¿No cambiarán la libertad por libertinaje y el bienestar por vida fácil, egoísta y sin solidaridad?
– Y entonces, al tener de todo y hacer lo que quieran, ¿van a necesitar a Dios? ¿No seguirán los pasos del mundo occidental, que se aleja tanto más de Dios cuanto más se enriquece?
Naturalmente, que al ver ahora cómo responden esos pueblos tan sanos a la llamada de Dios, cómo acogen el mensaje del Evangelio, cómo se apiñan alrededor del Vicario de Jesucristo, cómo hacen resucitar su fe tanto tiempo perseguida y cómo demuestran su amor a la Virgen, de la que durante siglos han sido tan fervorosos amantes, no podemos menos de sentirnos optimistas por demás.
La mano de Dios está aquí.
Y esos pueblos, en vez de asustarnos y suscitar inquietudes, nos estimulan a ser nosotros mejores.
A llevar una vida moderada, sin excesivas comodidades.
A aferrarnos a nuestras prácticas religiosas, para que la fe en Dios se mantenga siempre viva.
A amar nuestra tierra, sin soñar en paraísos de fuera, a veces tan engañosos.
A trabajar por el Reino de Cristo entre nuestros hermanos, pobres quizá de bienes materiales, pero enormemente ricos en su fe.
Los que hemos aceptado como válidas las apariciones de la Virgen en Fátima, vemos cómo María va realizando su plan y cumpliendo su palabra: Rusia se convertirá. Al fin, mi Corazón Inmaculado triunfará, les dijo a los niños. No será clamorosamente, porque no es ese el estilo de Dios. Pero, poco a poco, y con pasos firmes, se va realizando el milagro. ¡Qué primavera para la Iglesia!…