La Madre Teresa por guía

12. septiembre 2014 | Por | Categoria: Reflexiones

No sé por qué, pero hoy he tenido la ocurrencia de preguntarme:
– Ya que la Madre Teresa nos robó el corazón a todos, ¿por qué no volvemos los ojos hacia Calcuta, a ver si nos la encontramos por algún rincón y le pedimos un consejito que otro?…
Y sí; me he encontrado con ella, pero no precisamente en Calcuta donde está enterrada, sino en tantos recuerdos como nos han ofrecido y siguen ofreciendo incontables escritos sobre ella. Hoy, nos vamos a limitar a anécdotas, algunas de ellas muy conocidas.

Y empezamos por aquella del “milagro” de la Kodak. La BBC de Londres encargó a un periodista y fotógrafo cínico, ateo, y que no se conmovía por nada, que hiciera un reportaje sobre la obra de la Madre Teresa en Calcuta. Filmando una mañana en la famosa Casa de los Moribundos, el camarógrafo grita desesperado: -¡Imposible trabajar aquí! ¿No ve que no hay luz?… El reportero no da su brazo a torcer, y ordena: -¡Filme, y basta!… Desarrollan después la película, y aparece una maravilla de perfección fotográfica.

El programa por la BBC —“Algo hermoso por Dios”— alcanza un éxito sin precedentes. Las filas de los moribundos aparecían como envueltas en un halo sorprendente de luz. La Kodak hace maravillas, pero un “milagro” como éste cuesta creerlo. Y menos, un milagro como la resolución que toma el reportero cínico y ateo: -¡Desde ahora me vuelvo a Dios y me hago católico!… (Malcom Muggeridge) A partir de este momento, era en 1969, la Madre Teresa se convertía también en una “estrella” más competente que las de Hollywood. Una “estrella” de Dios para el mundo que busca amor o que quiere dar amor…

Aunque a la Madre Teresa le ha seguido la fama de “estrella” de Dios sin ella buscarla. A un periodista que le pide declaraciones, le salta la Madre: -¿A qué vienen tantas preguntas? Y el periodista: -Porque quiero escribir de usted, Madre. -Por favor, no escriba de mí. Escriba de Él, de Jesús… Y mejor aún, deje de escribir, y vaya a trabajar en uno de nuestros centros…, vaya a trabajar un poco en la Casa de los Moribundos (Al periodista Tiziano Terzani, del Corriere della Sera)

Meterse en la Casa de los Moribundos, de los Moribundos Abandonados. ¡Esto era lo duro! Pasada la puerta, se encuentra esta leyenda: -El fin más alto de la vida humana es morir en paz con Dios. Así lo sienten las Misioneras, una de las cuales está al lado de uno indescriptible, del que comunicaba: -Lo encontraron ayer en un montón de basura. Dentro de poco estará en el Paraíso.
La Madre Teresa se hace cargo de él, y ha de pasar varias horas para lavar a aquel viejo y quitarle uno a uno los gusanos de su cuerpo.
Al fin dice el viejo las palabras que han dado mil veces la vuelta al mundo:
– He vivido como un animal por las calles. Ahora muero como un ángel.
Y comentaba la Madre:
– Al morir me prodigó una bellísima sonrisa. Todo aquí es así. Este es nuestro trabajo: amor en acción. Muy sencillo.
      “¡Muy sencillo!”. Esto lo decía ella. Pero un amor como ése le costaba caro. Y así lo hubo de confesar a un periodista, que le pregunta algo atrevidamente:
     – ¿Ha sido usted casada alguna vez?… Jesucristo allá arriba debió poner atento el oído, a ver por dónde se salía aquella monja pequeñuja, que contestó con unas palabras que también se han hecho célebres: -Sí, estoy casada. Pero a veces me cuesta sonreírle, porque sabe ser bien exigente…  El Amante divino debió sonreírse con ganas al escuchar la respuesta de su escogida…

Hubo quien se rió de aquel supuesto milagro de la filmación de la Kodak, pero el periodista aseguraba que había un milagro mucho mayor, y que comentaba con estas palabras:
“Cada mañana se presentan unos veinte voluntarios en la Casa de los Moribundos Abandonados. La mayoría son occidentales y estudiantes universitarios, que en vez de pasar sus vacaciones en las playas soleadas de Goa se van a trabajar allí. La primera vez que llegué, había un alemán que era empleado de Banco, una mujer de la Moda de NewYork, muchachas españolas y una pareja de italianos en viaje de bodas. Limpiaban los suelos, bañaban a los enfermos…, vencían las mayores repugnancias. El alemán aquel decía: “Este es el  lugar más bello de la India”. ¡Era el mayor milagro que allí se podía ver! (Tiziano Terziani)

La Reina Isabel de Inglaterra había recibido a la Madre Teresa, y los periodistas se le echaron después encima como ya era de suponer. Ella les respondió:
– Esta tarde me paseé por Londres, entré en sus casas, y me encontré con una pobreza mucho mayor que la que hay en la India: la pobreza del alma, la falta de amor.
Y comentaba sobre la pobreza del Tercer Mundo y la de los países ricos: -Es una pobreza de género diferente. La de Roma, Londres o Estados Unidos es una escalofriante pobreza espiritual. Es el terrible vacío del alma. Por eso las Misioneras tienen casas en estas ciudades más ricas.

Al encontrarse con las Misioneras por las calles, no es extraño adivinar entre los dedos de la mano el rosario bendito. Muchas van rezando sin cesar, costumbre que han aprendido de la Madre Teresa. Se derraman por la mañana a pie hacia sus respectivos destinos, y no cuentan las distancias por kilómetros ni por minutos. Dicen, sencillamente: -Yo camino tantos Rosarios… Mi casa está a doscientas ochenta avemarías… (Lapierre). Porque para la Madre Teresa, la oración es la fuerza del enorme amor que necesitan para cumplir su ardua misión.  

Nos podríamos hacer interminables contando casos y más casos de la bendita Madre Teresa, de la que dijo el Papa Juan Pablo II al recibir la noticia de su muerte:    -La Madre Teresa ha signado la Historia. Porque su vida fue una entrega al amor, y el amor es el que remueve los cimientos del mundo. 

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