Vamos a figurarnos una cosa muy simple. Estamos tres o cuatro amigos y amigas, y alguien del grupo nos hace —me hace a mí, vaya— esta pregunta: ¿Qué vas a hacer mañana? Y yo respondo con naturalidad, porque efectivamente no he pensando en nada: ¡Pues, no sé! Ya lo veré…

¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido desde los cielos con toda clase de bienes espirituales en Cristo!… (Efesios 1,3). ¿Se han dado cuenta ustedes de las veces que repetimos en la Iglesia estas palabras del apóstol San Pablo, nada más comenzada la carta a los de Éfeso?…

En una entrevista para los medios de comunicación social le preguntaron al Cardenal Arzobispo de París: -¿Cómo cree usted que va a ser el Tercer Milenio? Y el inteligente Prelado contestó muy juiciosamente: -Eso, pregúntenselo a los niños. ¡Muy bien dicho! Es una respuesta que solamente pueden dar los que van a construir esos siglos por venir…

Al acercarse el Tercer Milenio, y ante el requerimiento del Papa Juan Pablo II, los responsables de la catequesis sobre Jesucristo, se preguntaron: ¿Cuál debe ser nuestro plan? Y se respondieron muy acertadamente: Desarrollar, promover y nutrir cada día, en el ámbito de la conciencia y de la vida, la comprensión y la experiencia del misterio de Jesucristo.
En otras palabras: A trabajar todos para que Jesucristo sea…