Reflexiones

Sentimientos muy finos

30. marzo 2012 | Por | Categoria: Reflexiones

Al hablar una vez de la educación que María, como Madre, hubo de impartir a Jesús, veíamos cómo aquella educación y formación influyó de modo muy determinante en la manera de ser y comportarse Nuestro Señor. No hay modernamente ningún comentarista de los Evangelios que no reconozca esta influencia de María en el Hijo que Dios le dio, y que era nada menos que el mismo Hijo de Dios… Esa finura de sentimientos que admiramos en Jesús se debieron en gran parte a la influencia que sobre Él ejerció su Madre bendita…



Esclavos, ¡nunca!…

23. marzo 2012 | Por | Categoria: Reflexiones

Existe una palabra que la pronunciamos casi siempre como una maldición. Es la palabra esclavitud. Ser esclavo es haber perdido el don de la libertad, regalo grandísimo de Dios a la persona. Quien esclaviza a otro es el ladrón más grande y el mayor criminal que existe, porque roba la riqueza máxima y mata sin piedad a su víctima. Al revés, no hay palabra tan bendecida por todos como la palabra libertad…



¡Qué cuatro palabras!…

16. marzo 2012 | Por | Categoria: Reflexiones

A principios del año 1999, el Papa Juan Pablo II, después de aquellos días inolvidables en Méjico, y antes de regresar a Roma, hizo una escala en Estados Unidos. Y allí, en Saint Louis, Missouri, lanzó una proclama que tuvo gran resonancia mundial, cuando dijo: América, si quieres la paz, trabaja por la justicia. Si quieres la justicia, defiende la vida. Si quieres la vida, abraza la verdad, la verdad revelada por Dios…



Cascabeles de alegría

9. marzo 2012 | Por | Categoria: Reflexiones

Hace ya muchos años —pues fue a raíz de la muerte del Papa Pablo VI— que algunos norteamericanos tuvieron la ocurrencia de instituir un Comité Americano para la acción responsable de un Papa, y proclamaron en la misma Roma: Se busca un Papa que sepa sonreír. Una humorada como ésta solamente se les ocurre a nuestros vecinos del Norte… Lo curioso es que el Espíritu Santo esta vez les hizo caso y en Juan Pablo I suscitó un Papa que, en treinta y dos días nada más de pontificado, se ganó a todos con aquella sonrisa que a la Iglesia le costará mucho el olvidar…