Santa Mónica
Santa Mónica es famosa por haber sido la madre de San Agustín y por haber orado 30 años por la conversión de su hijo. Su fiesta es el 27 Agosto y la de San Agustín el 28 del mismo mes. Mónica nació en Tagaste ( África del Norte ) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332.- Sus padres encomendaron la formación de sus hijas a una mujer muy religiosa pero de muy fuerte disciplina. Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad (como su nombre lo indica; Mónica significa, dedicada a la oración y a la vida espiritual.) Pero sus padres dispusieron que tenía que casarse con un hombre llamada Patricio. Este era un buen trabajador, pero terriblemente malgeniado, y además mujeriego, jugador y sin religión, ni gusto por lo espiritual.
La hizo sufrir enormemente y por treinta años ella tuvo que aguantar los tremendos estallidos de ira de su marido que gritaba por el menor disgusto, pero éste jamás se atrevió a levantar la mano contra ella.
Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por docenas de años. Mónica tenía su formula para no pelear con su esposo, que puede ser ejemplo para muchas personas, veamos la formula: En aquella región del norte de África, donde las gentes eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica porque su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, pero no la golpeaba nunca a ella, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió: «Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando el grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto la pelea, pues… no peleamos». Esta fórmula se ha hecho celebre en el mundo y ha servido a millones de mujeres para mantener la paz en la casa.
Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que su hijo mayor era extraordinariamente inteligente, y por eso lo enviaron a la capital del estado, la ciudad de Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero Agustín tuvo la desgracia de que su padre no se interesaba por sus progresos espirituales. Solo le importaba que sacara buenas notas, que brillara en las fiestas sociales y que sobresaliera en los ejercicios físicos, pero acerca de la salvación de su alma, no se interesaba ni le ayudaba en nada. Y esto fue fatal para él, pues fue cayendo de mal en peor en pecados y errores.
Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande con los pobres, nunca se oponía a que ella se dedicara a estas buenas obras. y quizás por eso mismo se convirtió.
Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo lo hiciera la suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado la vida a la pobre Mónica. Un año después de su bautismo, murió santamente Patricio, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.
Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez peores, de que el joven llevaba una vida nada santa. que en una enfermedad, ante el temor a la muerte se había hecho instruir acerca de la religión y propuesto hacerse católico, pero que sanado de la enfermedad había abandonado el propósito de hacerlo. y que finalmente, se había hecho socio de una secta llamada de los Maniqueos, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el Diablo. Y Mónica que era bondadosa pero no cobarde, ni floja, al volver su hijo a vacaciones y empezar a oírle mil barbaridades contra la verdadera religión, lo echo de la casa y le cerró las puertas, porque bajo su techo no quería albergar enemigos de Dios.
En esos días Mónica tuvo un sueño en el que vio que ella estaba en bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo y que en ese momento se le acercaba un personaje muy resplandeciente y le decía :»tu hijo volverá contigo » y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narro al muchacho el sueño tenido y él dijo lleno de orgullo que eso significaba que la madre se iba a volver maniqueísta como él. Pero ella le respondió: «En el sueño no me dijeron, mama ira a donde su hijo, sino tu hijo volverá contigo» Esta hábil respuesta impresionó mucho a Agustín, quien más tarde la consideraba como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 437.
Faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera.
Por muchos siglos ha sido muy comentada la bella respuesta que un obispo le dio a Mónica cuando ella le contó que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió: «Este tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lagrimas». Esta admirable respuesta y lo que había oído en el sueño, la llenaban de consuelo y esperanza, a pesar de que Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.
Cuando tenía 29 años, el joven decidió ir a Roma a dar clases.
Ya era todo un doctor. Mamá se propuso irse con él para librarlo de todos los peligros morales. Pero Agustín le hizo una jugada tramposa ( de la cual se arrepintió mucho más tarde ) Al llegar junto al mar le dijo a Mónica que se fuera a rezar a un templo, mientras iba a visitar a un amigo, y lo que hizo fue subirse al barco y salir rumbo a Roma, dejándola sola, pero Mónica no era mujer débil para dejarse derrotar tan fácilmente. Tomó otro barco y se dirigió a Roma.
La conversión del hijo.
En Milán; Mónica se encontró con el Santo más famoso de la época, San Ambrosio, arzobispo de esa ciudad. En él se encontró un verdadero padre lleno de bondad y de sabiduría que la fue guiando con prudentes consejos. Además, Agustín se quedó impresionado por su enorme sabiduría y la poderosa personalidad de San Ambrosio y empezó a escucharle con mucha atención y así llegó su conversión tan esperada y llorada por Mónica.
“Ya puedo morir tranquila.”
Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano, a su tierra, en el África, y se fueron al puerto de Hostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba es esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, por la noche al ver el cielo estrellado platicando con Agustín acerca de como serán las alegrías que tendremos en el cielo, y ambos se emocionaban comentando y meditando los goces celestiales que nos esperan. En determinado momento exclamo entusiasmada: » ¿ Y a mí que más me puede amarrar a la tierra ? Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios».
Poco después le invadió la fiebre, y en pocos días se agravo y murió. Lo único que pidió a sus dos hijos es que no dejaran de rezar por el descanso de su alma. Murió en el año 387 a los 55 años de edad. Miles de madres y de esposas se han encomendado en todos estos siglos a Santa Mónica, para que les ayude a convertir a sus esposos e hijos, y han conseguido conversiones admirables
Oración
Dios de bondad, consolador de los que lloran, tú que, lleno de compasión, acogiste las lágrimas que Santa Mónica derramaba pidiendo la conversión de su hijo Agustín, concédenos, por la intercesión de ambos, el arrepentimiento sincero de nuestros pecados y los de nuestros hijos. Que ellos vuelvan a ti como lo hizo San Agustín .
Santa Mónica, Madre de San Agustín, sigue rogando por las madres y por sus hijos, por las esposas y sus maridos y por todos los pobres pecadores que necesitamos convertirnos.
Amén